El último 'ataque' de Bárbara Rey contra el padre de Felipe VI ha llegado a Abu Dabi. Las nuevas revelaciones de la murciana contra el emérito, admitiendo que lo chantajeó y él le pagó 25 millones de pesetas para comprar su silencio, han enfadado mucho al marido de doña Sofía, que incluso habría consultado con su equipo legal la posibilidad de emprender medidas legales para detener la indiscreción de su ex amante.
Así lo asegura Juan Luis Galiacho. El periodista ha desvelado en TardeAR que, en un principio, el emérito no mostró demasiado interés ni disgusto por la guerra mediática entre Bárbara Rey y su hijo pese a que la metralla le salpicara. Y es que Ángel Cristo Jr., para dar a conocer la 'verdadera' cara de su madre, vendió las fotografías en las que aparecía la artista con don Juan Carlos comiendo paella en el jardín de su casa, como una pareja cualquiera. El affaire entre ambos, que tuvo lugar en los años 80 y 90, volvió a los titulares y ella se sentó en el 'chester' de Risto Mejide para desvelar algunos datos sobre aquel romance. En este punto, el padre de Felipe VI se mostraba indiferente. Sin embargo, la última entrevista de la cantante en el especial que emitió Telecinco el pasado lunes le ha hecho más daño: "Su cabreo ha ido 'in crescendo", afirma Galiacho. "Don Juan Carlos se ha enfadado. Inicialmente no. Pero, en estos momentos está muy enfadado y está pensando qué posibilidades hay para demandar a Bárbara Rey". Eso sí, matiza: "Que lo piense o quisiera hacerlo no significa que lo vaya a hacer. Actúa solo, eso sí, ni su hijo ni Casa Real tienen nada que ver".
Y es que la posición de Casa Real en este tipo de escándalos es de sobra conocida: silencio y normalidad. Más cuando hablamos de un miembro que ya no forma parte del núcleo duro de la familia real y que abdicó hace ya diez años, abandonando España para vivir en los Emiratos.
Probablemente, las ganas de Juan Carlos I de tomar represalias contra Bárbara Rey se queden en eso: las ganas. Entrar en una guerra judicial contra la ex vedette perjudicaría mucho a Felipe VI y generaría un ruido mediático que no se pueden permitir en estos momentos, cuando todos los esfuerzos se centran en proteger la monarquía y allanarle el camino a la heredera, la princesa Leonor, que está ganándose el cariño del pueblo por sus propios méritos y que no merece, desde luego, que su trabajo se vea empañado por los errores de otros.
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