La reciente revelación del coste de la coronación de Carlos III, celebrada el 6 de mayo de 2023, ha desatado un debate público en el Reino Unido. El evento salió por una cifra de entre 50 y 100 millones de libras esterlinas (62 a 120 millones de euros), cubriendo tanto la ceremonia en la Abadía de Westminster como eventos asociados, como conciertos y medidas de seguridad. Este gasto, financiado mayoritariamente por los contribuyentes británicos, ha sido objeto de críticas debido a la actual crisis del costo de vida en el país.
Comparativamente, la coronación de Isabel II en 1953 habría costado unas 50 millones de libras ajustadas a la inflación actual. Aunque Carlos III buscó reducir gastos, reutilizando ornamentos y simplificando la ceremonia, el precio sigue siendo significativo. Parte de la crítica se centra en que los fondos podrían haberse utilizado para cubrir necesidades básicas como energía, infraestructura o vivienda, según análisis publicados en The Scotsman y The Guardian. Por ejemplo, con ese dinero podrían haberse construido hasta 10,000 viviendas asequibles o cubierto el presupuesto anual de energía de casi 40,000 hogares británicos.
A pesar de las críticas, otros señalan que eventos como este tienen beneficios económicos indirectos, como el turismo y los ingresos asociados, que podrían haber generado hasta 350 millones de libras para la economía del Reino Unido, según CNBC y BBC. El debate pone en evidencia el equilibrio entre el simbolismo de la monarquía y las prioridades sociales en un momento de dificultades económicas, destacando el contraste entre tradición y modernidad en el Reino Unido actual.