Casas Reales

La condición de Margarita de Dinamarca a su hijo Federico para ser rey y que explica aquella noche con Genoveva

A finales del pasado mes de octubre, Federico de Dinamarca ya conocía las intenciones de su madre. La reina Margarita le adelantó sus intenciones de abdicar. La Soberana, de 83 años, duda de su salud, de su fuerza y de su capacidad para ejercer a medio plazo y con la impecable ejemplaridad que ha caracterizado su medio siglo de reinado sus labores como jefa de Estado y cabeza de la Iglesia danesa.

Pero, en la conversación con su primogénito, que más tarde el propio Federico compartió con al menos otras dos personas, la Reina de Dinamarca le impuso a su hijo varias condiciones y le advirtió de la colosal diferencia entre ser el Heredero y ejercer de rey, jefe de Estado y cabeza de la Iglesia.

Si no cumpliera a rajatabla y con pulcritud esas condiciones, Federico pondría en peligro la Monarquía, la propia institución. La inmensa popularidad de Margarita II sustenta la corona, apoyada en el cariño de los ciudadanos; una popularidad que no alcanza el Rey proclamado este domingo histórico, y que tendrá que alimentar con buena imagen, rectitud, ejemplaridad y cero escándalos.

Precisamente después de aceptar las condiciones impuestas por su madre para convertirse en el nuevo Monarca, y comprometerse a cumplirlas, dejando atrás su larga carrera de escándalos antes y después de casarse con Mary Donaldson, Federico programó un viaje relámpago y privado a Madrid. Como ya contamos en su día, mucho antes de que se hiciera pública la intención de Margarita II de abdicar en su hijo, la razón que llevó al Heredero a desplazarse a la capital de España fue romper su relación con Genoveva Casanova y hacerlo cara a cara. Preparó aquel viaje lo más secretamente posible, sin oficializar su paso por Madrid, sin alojarse en la embajada y sin "molestar" a los servicios de seguridad españoles.

Otra cosa es que Federico no contara con que su breve estancia en España se hiciera pública, y menos que ocurriera precisamente mientras Felipe y Letizia estaban en Copenhague en viaje de Estado y compartiendo mesa y mantel con la Soberana danesa, su heredero y su nuera, una Mary Donaldson cuyos esforzados gestos para disimular la humillación pública no son fáciles de olvidar.

Aquel último viaje a España de Federico resultó ser poco secreto. La publicación de las imágenes del príncipe y la mexicana y el paso a paso de sus andanzas destrozaron cualquier atisbo de discreción.

Sus paseos por el parque del Retiro caminando relajados y cómplices, conversando con cercanía, seguidos de lejos por los dos escoltas, hubieran bastado para formar un escándalo.

Pero Federico de Dinamarca y Genoveva Casanova fueron más allá y las imágenes del encuentro entre el entonces heredero al trono y la ex de Cayetano Martínez de Irujo juntos en Madrid inundaron los medios no solo en España y Dinamarca.

La misma visita de Estado de nuestros reyes Felipe y Letizia fue contaminada por la salida a la luz del extenso reportaje sobre la noche juntos de la mexicana y el príncipe, su cena a solas en El Corral de la Morería, y sobre todo el hecho de que quedara probado que Su Alteza pernoctó en casa de Genoveva, ya que fue fotografiado al entrar y al salir, algo desorientado, con una maleta, a la mañana siguiente.

Llegaron en coche tras abandonar el restaurante de madrugada, por lo que sabemos que la sobremesa de su cena fue larga. Entraron juntos en el portal, como lo prueban las fotografías publicadas por Lecturas, y no fue hasta siete horas después cuando el hijo de la reina Margarita abandonó el domicilio.

Genoveva Casanova buscó excusas, en un primer momento trato de ofrecer inverosímiles explicaciones y distintas versiones de lo sucedido, luego entendió los beneficios del silencio, desapareció, se refugió lejos de la casa de marras.

Se habló de divorcio, se vigilaron las actitudes de Mary Donaldson y el padre de sus cuatro hijos, se separaron durante varios días, se escenificaron momentos familiares y …. la reina Margarita anunció por fin, al final de su discurso del 31 de diciembre, que abdicaba en su hijo este domingo. Federico X es ahora el nuevo rey de Dinamarca y su mujer, Mary Donaldson, es la reina consorte. Tal vez se lo hayan ganado ambos. Él, porque haya preferido desgarrar su corazón para no romper su corona; y la australiana, porque ha sido capaz de asumir la humillación (y no es la única) con la disciplina exigida para salvar los tres principales de objetivos: la estabilidad y continuidad de la monarquía danesa, que su marido y ella sean reyes y que su hijo Christian, nuevo Heredero, se convierta en el futuro en jefe de Estado.

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