La mansión de Frogmore Cottage, en Windsor, ha sido un quebradero de cabeza para Carlos III. No le ha dado más que problemas. La propiedad estaba vacía, pero era una pesadilla. Fue la última que había sido destinada como vivienda para su hijo Harry y para Meghan Markle antes de que los duques pulsaran el botón del Megxit y abandonaran el Reino Unido en marzo de 2020. Las devastadoras memorias de Harry, En la sombra (Spare), provocaron un cambio de rumbo en la gestión de Frogmore. Tanto que el monarca activó la operación desalojo de la propiedad, un volantazo que fue interpretado por los medios como una venganza.
Ahora hemos sabido por ITV News que Harry y Meghan empaquetaron sus pertenencias y abandonaron de forma oficial la mansión. Esta mudanza tuvo lugar tres meses después de que el soberano diera esa orden de desalojo, cita Page Six.
Hay que situar en contexto Frogmore Cottage. La propiedad era un bastión para los Sussex, suponía su refugio cuando ellos visitaran Reino Unido. Era su residencia oficial. Por eso, su marcha también se ha interpretado como oficial.
Esta pesadilla para el rey fue consecuencia de la publicación de las memorias de Harry, el pasado mes de enero. El duque "provocó" de alguna manera a su padre, a través de esa narrativa del victimismo aireando episodios privados de la familia real, según publicó Page Six, citando al escritor periodista y productor británico de la BBC Tom Bower, experto en la Casa Real. El requerimiento del monarca a su hijo para sacara sus cosas de la casa se habría producido solo un día después de la publicación del libro.
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