
Decálogo para comprender el cónclave donde se elige al sucesor del Papa Francisco: ser o no ser más o menos conservadores
La muerte del Papa Francisco ha dado inicio al tiempo de sede vacante, un periodo en el que la Iglesia Católica queda sin su líder visible y se prepara para elegir a su sucesor. Hasta que el humo blanco anuncie la elección del próximo pontífice, el número 267 de la historia, la maquinaria eclesiástica sigue un proceso lleno de tradiciones, reglas estrictas y, también, intensas batallas ideológicas entre conservadores y aperturistas. Para entender qué está en juego, aquí te presentamos un decálogo que desentraña el complejo ritual del cónclave, que comenzará el próximo 7 de mayo en la Capilla Sixtina.

1. ¿Qué es la sede vacante?
La sede vacante es el intervalo entre el fallecimiento de un papa y la elección de su sucesor. Durante este tiempo, el trono de Pedro está simbólicamente vacío y se suspenden todas las decisiones de gobierno ordinario, a excepción de aquellas estrictamente necesarias para mantener el funcionamiento básico de la Iglesia.

2. ¿Quién administra la Iglesia en este tiempo?
La administración temporal recae en el camarlengo, actualmente el cardenal Kevin Farrell. Su papel es esencial: verifica la muerte del Papa, custodia sus bienes y supervisa los asuntos económicos del Vaticano, siempre bajo la restricción de "no innovar" en la dirección de la Iglesia.

3. ¿Cuál es el rol del Colegio Cardenalicio?
Aunque el camarlengo asume tareas administrativas, el verdadero gobierno espiritual y organizativo recae sobre el Colegio Cardenalicio. Presidido por el decano, los cardenales coordinan el día a día durante la sede vacante, convocan las congregaciones generales y preparan el terreno para el cónclave.

4. ¿Qué es el cónclave y por qué se llama así?
El término "cónclave" viene del latín cum clave ("bajo llave") y remite a las históricas elecciones donde los cardenales eran literalmente encerrados hasta elegir a un nuevo papa. Esta práctica surgió tras el prolongado cónclave de Viterbo en el siglo XIII, donde, tras casi tres años de estancamiento, las autoridades locales forzaron la decisión aislando a los purpurados.

5. ¿Dónde se celebra y cómo se organiza?
El cónclave se celebra en la Capilla Sixtina. Los cardenales electores, todos menores de 80 años, residen en la Casa Santa Marta dentro del Vaticano para garantizar el aislamiento total. La elección se rige por la constitución apostólica Universi Dominici Gregis (1996), que exige una mayoría de dos tercios para nombrar al nuevo pontífice.

6. ¿Qué figuras son clave en el proceso?
Además del camarlengo y el decano, destacan el maestro de ceremonias pontificias, que organiza los actos litúrgicos; el cardenal protodiácono, encargado de anunciar el Habemus Papam; y el sostituto de la Secretaría de Estado, quien facilita la comunicación entre los cardenales y el exterior en caso necesario.

7. ¿Qué pasa con la seguridad?
Durante el cónclave, la Guardia Suiza Pontificia responde directamente al camarlengo. Su misión es proteger tanto a los cardenales como la integridad del proceso, asegurando que no haya ninguna interferencia externa.

8. ¿Qué importancia tienen las corrientes ideológicas?
Más allá de los ritos, el cónclave es también un pulso entre visiones distintas de la Iglesia. La muerte de Francisco reabre el debate: ¿continuar la línea reformista o apostar por un giro más conservador? Aunque Francisco nombró al 80% de los cardenales electores, su legado podría verse matizado o reafirmado en función del perfil del nuevo papa.

9. ¿Quiénes son los papables?
En cada cónclave surgen los llamados "papables", aquellos cardenales que, por su trayectoria, carisma o apoyo interno, se consideran con mayores posibilidades. Esta vez, se mencionan figuras como el cardenal Pietro Parolin, actual secretario de Estado, y varios purpurados de América Latina, Asia y África, en un reflejo de la globalización de la Iglesia.

10. ¿Qué marca el final del cónclave?
Cuando un cardenal logra los votos necesarios, el maestro de ceremonias anuncia el famoso "extra omnes", se cierra la Capilla Sixtina, y, tras la aceptación del elegido, se quema una papeleta especial cuya fumata blanca indica al mundo que hay nuevo papa. Minutos después, el cardenal protodiácono proclama desde el balcón de San Pedro el esperado Habemus Papam.