Reacción a un futuro incierto en Cataluña
Joaquín Robles
Los mercados financieros expresaron la semana pasada su preocupación ante la creciente tensión en Cataluña. Aunque esta situación no es nueva. Durante el mes de septiembre, el selectivo español ya se desmarcó del resto de homólogos europeos con una revalorización del 0,8% frente al 5% de la media del resto de índices continentales. Tras el domingo día 1, la volatilidad en la renta variable española, ha aumentado ante la ausencia de noticias que hagan pensar en el inminente desbloqueo de esta eventualidad.
La pasada semana hemos sufrido la mayor caída en el selectivo español desde el Brexit (2,85% negativo). Sin embargo esta fue seguida de la mayor revalorización desde el mes de abril (+2,51%) fruto de la incertidumbre que reina en estos momentos en el mercado. Es muy difícil pronosticar el desenlace final, por esta razón somos testigos de movimientos tan violentos por parte de los inversores que tratan de anticiparse a un futuro incierto.
La intención de grandes empresas catalanas como Banco Sabadell, CaixaBank o Catalana Occidente de cambiar su sede social a otra comunidad autónoma como herramienta para tratar de frenar la fuga de capitales y, por consiguiente las fuertes caídas, han sido muy bien recibidas por el mercado, que evidencia el rechazo de los empresarios catalanes ante tales pretensiones.
A pesar de la gravedad de la situación, la bolsa española no ha reaccionado de manera tan dramática como se podía esperar. Esto nos hace pensar que los grandes inversores todavía confían en un entendimiento en el corto plazo.
Este año no ha habido ningún gran factor desestabilizador que haya golpeado a las bolsas temporalmente, pero echando la vista atrás, durante el pasado año, las fuertes caídas en el petróleo, la decisión de los británicos de abandonar la Unión Europea o la incertidumbre previa a las elecciones americanas produjeron una efecto mayor sobre la renta variable española.
Otro factor al que tampoco se está dando tanta importancia, es el nulo efecto contagio que esta situación está teniendo en el resto de plazas europeas, muy distinto al pasado, donde cualquier factor desestabilizador se propagaba como el fuego entre el resto de socios. A medida que el selectivo español pierde soportes de gran relevancia, el resto de índices europeos se encamina hacia nuevos máximos anuales, ajenos a la posibilidad de ruptura de España, y confiados en una solución temporal que nos lleve al dialogo.
Los mercados de renta fija tampoco han sufrido en exceso, la prima de riesgo ha ascendido 15 puntos básicos, hasta los 130 puntos básicos desde el pasado domingo, niveles en los que estábamos en el mes de junio, y muy lejos todavía de los máximos anules en torno a los 160 puntos básicos. Es cierto que seguimos contando con el apoyo incondicional del Banco Central Europeo y su programa de compra, pero en las últimas emisiones de deuda no se ha notado la pérdida de confianza.
Respecto al cruce del euro frente al dólar, hemos experimentado una ligera depreciación en las últimas sesiones hasta niveles inferiores al 1,17, pero no le otorgamos todo el protagonismo a la situación actual y a las dudas sobre la unidad de Europa. Este movimiento se inició un par de semanas atrás con el anuncio de la reforma fiscal de Donald Trump y con el incremento de posibilidades que la Reserva Federal vuelva a subir los tipos de interés en la próxima reunión de diciembre.
Es muy probable que durante el último trimestre del año experimentemos una ligera contracción en las perspectivas de crecimiento de la economía española, ya que este tipo de factores aumentan los costes de capital, ralentiza la actividad de las empresas y paraliza inversiones que pueden repercutir en una menor contratación de personal. Por el momento descartamos hacer hipótesis sobre una total independencia de Cataluña sobre España, ya que lo consideramos un escenario improbable en el corto plazo y que supondría unas consecuencias impredecibles para la economía española.
La importancia que tiene Cataluña dentro de España es evidente, y las consecuencias negativas que podríamos sufrir en el caso de secesión son obvias. Sin embargo los inversores continúan apostando porque impere el status quo y que en las próximas semanas se llegue a algún tipo de situación que nos permita recuperar una cierta estabilización y se sienten las bases para crear un canal de dialogo que nos posibilite encauzar esta situación de la mejor forma posible.