Nada es suficiente ni eterno en el mercado
- 2016 estará marcado por la volatilidad con discrepantes políticas monetarias
Noemí Diez Cebamanos
Diciembre, último mes del año y en clave de política monetaria, apasionante ¿verdad? En un mundo de ciclos económicos desincronizados por países y con divergentes políticas monetarias -por parte del BCE y de la Fed americana, especialmente-, las decisiones de inversión resultan cada vez más complejas.
Remontémonos a 2012, cuando las primeras actuaciones del Banco Central Europeo tenían como objetivo estabilizar los mercados y devolver la confianza perdida. Dicho y hecho. Un papel muy pro mercado interpretado por Mario Draghi, siempre intentando ganar tiempo.
Hoy por hoy, sin embargo, el mayor desencadenante de sus actuaciones es la presión al alza sobre los precios de los activos financieros. Especialmente la deuda a corto plazo europea, algo que ya llevamos bastante tiempo percibiendo. Si crea o no distorsiones de mercado -opiniones para gustos- o burbujas -que Coeuré insiste en negar- debería ser un aspecto a considerar. Supongo que el sabio Consejo del BCE habrá tenido en cuenta esta infravaloración del riesgo y potenciales excesos, y si no es así, dejemos a los mercados fluir, porque al final, deberían tener razón ¿o no es así?
A bombo y platillo, el BCE decidía en su última reunión bajar la facilidad marginal de depósito de -0,20% a -0,3%, ampliando el experimento de los tipos de interés negativos y haciendo que los bancos tengan que pagar más dinero por depositar su dinero con el BCE. Adicionalmente extendía seis meses más hasta marzo 2017, el programa de compras de activos de deuda. ¿Querían más? Parece que el mercado sí quería más. Para sorpresa de muchos no modificaron el volumen de compras mensuales, lo que cayó como un auténtico jarro de agua fría.
Si todo lo anterior no fuera suficiente, las perspectivas de crecimiento e inflación se mantuvieron -me pregunto si algún iluso esperaba que se revisaran al alza- y además no se hizo mucho énfasis en los riesgos para el escenario y situación de la banca, estos dos últimos algo más inquietantes. Y para más inri la decisión no fue unánime, al parecer varios miembros del BCE mostraron su escepticismo sobre las nuevas medidas.
Es posible que del Banco Central pecara de impulsivo antes de la reunión. El propio Draghi había alimentado demasiado las expectativas, y esto es lo que precisamente provocó la frustración de los mercados de renta variable -con caídas de más del 3%- y de renta fija -con tipos de interés al alza-.
La pregunta que podríamos hacernos es por qué el BCE tendría que haber aumentado y acelerado de forma apresurada su programa de compra de activos. ¿Tanta necesidad existe? ¿Acaso no le parece al mercado lo suficientemente flexible?
Cabría plantearse si se trató de un mero error de comunicación. ¿No supo gestionar las expectativas del mercado? ¿Es Draghi ahora un inconsciente? Dejar la puerta abierta, guardándose algún as en la manga, para seguir tomando nuevas medidas en el futuro -"siempre que sea necesario"-, no parece una actitud inconsciente. De hecho, yo no dudaría que pueda ser tan pronto como en la primera mitad de 2016.
Aunque seamos un poco realistas. Las valoraciones son elevadas, pero ¿son atractivas? Todo depende de los ojos que lo miren, pero hay que reconocer que el atractivo relativo de la renta variable existe, les guste o no. El dinero no da la felicidad, pero ayuda a pasar los malos ratos, así que ¿por qué ser pesimistas? La benevolencia del BCE ha venido para quedarse, y no se preocupen que si lo necesitamos y esto no tira lo suficiente, Draghi estará acompañándonos.
¿Recalibrará el BCE sus intenciones el próximo 21 enero? Las condiciones de mercado y los datos macro lo dirán. El objetivo prioritario es claro: luchar contra los riesgos de desinflación y deflación. Parece tener claras las prioridades a corto plazo frente a los potenciales riesgos a medio y largo. Lejos de haber resuelto la crisis de deuda, el papel del BCE como estabilizador de mercado se ha acentuado.
Sin duda, el próximo 2016 será desafiante, marcado por un entorno de alta volatilidad con discrepantes políticas monetarias a nivel mundial. El exceso de liquidez tendrá un efecto pernicioso: estrecha profundidad en momentos de incertidumbre. El mercado ya nos lo ha demostrado.