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¿Puede el BCE reactivar a Europa?

  • El Banco Central Europeo, lento y poco eficaz a la hora de llevar a cabo sus líneas de actuación

Miguel Ángel Bernal Alonso

La zona euro sigue mostrando su incapacidad para crecer; continuamos varados en una atonía económica desesperante. Si en el segundo trimestre del presente ejercicio el área crecía a un 0,4 por ciento, tasa trimestral, en el tercer trimestre el avance se ha reducido hasta el 0,3 por ciento, una décima menos y cada vez estamos más cerca de que la actividad se estanque totalmente. El análisis es todavía más preocupante si tenemos en cuenta la fotografía de cada país, ya que en diez Estados de los quince que han presentado estadísticas el crecimiento mengua. Más datos que avalan el freno del PIB: Finlandia, Grecia y Estonia registran retrocesos en los datos de su producción. Aquí, en el nuestro, también ocurre, presentamos una menor actividad comparando trimestres. Esa desesperante atonía económica provoca que las tasas de paro, a pesar de haber abandonado la recesión, no muestren signos de rebajas sustanciosas. En mi opinión, se debe a la desconexión entre lo que los organismos y Gobiernos nos dicen: la crisis ha terminado; y lo que piensa la opinión pública: la crisis sigue estando presente. Eso que los economistas queremos decir cuando decimos que la mejora macroeconómica no se nota en la calle.

Ante estos hechos no puede dejar de extrañarnos que el BCE, la autoridad monetaria, esté preocupada y haya emplazado a todos el mundo a diciembre. Será en ese mes cuando, ante la falta de crecimiento y un IPC congelado, propicie casi con toda seguridad nuevos movimientos. Puede tratarse de una rebaja, nuevamente, de los tipos de interés, aun cuando ya poco se puede bajar. También el aumento del actual quantitative easing, QE, o compra de renta fija para aumentar la capacidad de conceder crédito por parte de los bancos y las entidades financieras. Ese aumento probablemente sea añadiendo nuevos activos a los actualmente comprables, también aumentando el importe mensual de adquisición y casi seguro una ampliación del calendario. Si hasta hace relativamente poco el BCE ha sido lento y poco eficaz en acomodar sus líneas de actuación a la situación económica, ahora va a utilizar todo su arsenal hasta agotarlo. Si todas las medidas arribas detalladas son incapaces de reactivar la economía de la zona euro, el BCE habrá agotado su arsenal. Quizá ya lo único que quede es encargar helicópteros y empezar a tirar billetes por los países del euro. El BCE ha llegado tarde, le ha faltado decisión, han sobrado debates estériles de ortodoxia ante las cifras de paro, incluso se ha equivocado (recuerden que hasta llegó a subir tipos).

El BCE ha dilapidado su capacidad de asombrar y sorprender a los agentes económicos, algo fundamental en política monetaria. Sin esa capacidad de sorpresa, de muy rápida y contundente reacción, y con un arsenal de medidas que está llegando a su fin, la pregunta es si el BCE puede realmente reactivar la economía europea. Por otra parte, la política monetaria es una herramienta de corto plazo, puede incluso llegar a ser de medio plazo, pero desde luego no muestra una gran efectividad en el largo. Además es mucho más eficaz en doblegar inflación, pero mucho menos impactante en modular los ciclos económicos. En mi opinión, la política monetaria es poco eficiente, pierde contundencia, si no va acompañada de otras líneas de actuación. En este sentido conviene recordar que en EEUU todo el mundo habla de su banco central, la Fed, como figura que ha reactivado la economía, sin embargo se olvida el enorme papel jugado por la política presupuestaria, ampliamente expansiva. Es precisamente esa conjunción la que ha permitido a la economía americana una mayor avance en la lucha contra la crisis, aún cuando los números y la situación está muy lejos de los niveles pre-crisis. Europa, los tecnócratas de Bruselas, han renunciado a medidas de política fiscal expansiva. Sin política fiscal expansiva, mucho más eficaz en el largo plazo, además de amplificar los efectos de las medidas monetarias, difícilmente se puede salir en tiempo breve de una crisis como la acaecida. Tenemos encima de la mesa el denominado plan Juncker, que tiene un objetivo de activar 315.000 millones en inversiones estratégicas, pero que está por ver si lo consigue, dado el diseño del mismo, el famoso multiplicador quince. A la duda de si va a ser posible, hay que añadir un ?pero? aún más contundente: 315.000 millones resultan escasos e insuficiente para todo el área euro; la cifra debería ser superio,r al menos rondar el doble del importe actual. Esos más de 300.000 millones son irrisorios sobre el PIB global del área euro.

La zona euro tiene una difícil papeleta y el BCE no puede actuar solo, aun cuando se le puedan poner muchas críticas. Si el BCE llega tarde y exhausto, hay que mirar o actuar con la política fiscal. Es mediante la unión de ambas, así como la llegada de importantes reformas a diferentes países, lo que nos permitirá reactivar la economía y bajar la tasa de desempleo. Mientras tanto, estamos utilizando matamoscas para cazar elefantes. La zona euro tiene que reactivar su demanda doméstica, dado que el revulsivo mediante exportaciones no parece tener muchos visos de que se pueda producir, pues el resto de países también refrena su crecimiento. Cierto que solamente hablar de una posible subida por parte de la Fed el euro se ha depreciado, pero no debemos olvidar que la demanda de la mayor parte de los países se contrae. Es la hora de política monetaria y fiscal.