Evasión

Ni en el frutero ni en la nevera: dónde colocar los tomates para que duren más tiempo y no se estropeen

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Aunque es una cuestión que crea debate y confusión, lo cierto es que el tomate es una fruta, por mucho que haya gente que siga creyendo que es una verdura. Este detalle, más allá de asignarle una categoría errónea, hace que no entendamos cuáles son los cuidados que necesita el tomate como fruta que es. De hecho, uno de los fallos más comunes es el de no almacenarlos de forma correcta, algo que acaba deteriorando su sabor y textura.

Ni en la nevera ni en el frutero

Es común creer que el frigorífico es el aliado perfecto para conseguir que nuestros tomates duren y permanezcan intactos durante más tiempo, cuando precisamente consigue el efecto contrario. El frío altera el proceso natural de maduración del tomate, de forma que su textura no es la idónea y disminuye también el sabor.

Ahora bien, el calor excesivo tampoco beneficia a los tomates, por lo que no es del todo recomendable colocarlos en una cesta si esta está expuestas al sol directo. Es importante tener en cuenta que el calor acelera la maduración, o lo que es lo mismo, acorta su vida útil. Es más, si los colocamos cerca de frutas como el plátano, productora de etileno, este envejecimiento se acelera. Algunos de los símbolos más visibles de este deterioro son la piel arrugada y una textura inusualmente blanda.

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El lugar idóneo para almacenar los tomates

Entonces, ¿dónde debemos guardar nuestros tomates para asegurarnos que no se echen a perder? Los expertos responden que lo mejor es hacerlo en un lugar fresco y seco, que esté alejado de la luz solar directa. Por ejemplo, un lugar ideal sería la despensa o algún rincón sombreado de la cocina. También es importante que estén en un área ventilada para evitar la acumulación de humedad.

Otro error que muchos cometen es el de lavar los tomates antes de guardarlos y no consumirlos, ya que esta humedad podría favorecer la proliferación bacteriana y la aparición de moho.