Empresas y finanzas

Villar Mir-Amodio: el relevo en OHL que el mercado clamaba

  • Los empresarios mexicanos sucederán al fundador de la constructora como accionistas de referencia
Juan Miguel Villar Mir, presidente de Grupo Villar Mir (GVM).

Javier Mesones

Junio de 2019. En las plantas nobles de Torre Espacio, uno de los cuatro rascacielos que presiden la zona norte de Madrid, reciben una llamada con acento mexicano. Fue el primer contacto de la que ahora puede consumarse en la operación que cambiará a OHL para siempre.

Porque quien fue su fundador, Juan Miguel Villar Mir, el hombre que convirtió una inversión de tres pesetas por Obrascón, Huarte y Laín en una de las mayores constructoras de Europa con un valor superior a los 3.000 millones de euros, el exministro que se hizo empresario cumplidos los 56 para crear uno de los mayores conglomerados empresariales de España (Grupo Villar Mir) y colocarse entre las cinco primeras fortunas de España (siempre según Forbes), dará un paso a un lado definitivo en la que sin duda se reconoce como la joya de la corona de su otrora imperio.

Luis y Mauricio Amodio, dos empresarios mexicanos de perfil bajo, propietarios de una constructora de tamaño medio en México cuyas referencias en España se remontan a los primeros años del presente siglo por su alianza con la FCC de las hermanas Koplowitz, tomarán, si todo transcurre sin incidencias, el testigo de Villar Mir al frente del capital de OHL 21 años después de su creación.

Tras múltiples acercamientos en los últimos años, la mayoría no conocidos y todos infructuosos, no serán chinos (HNA y CSEC sonaron más que ninguno), ni árabes, ni tampoco europeos. Serán dos hermanos de México, el país que precisamente mayores glorias dio a OHL y donde por contra comenzó su declive, quienes liderarán el futuro de la constructora española. Una empresa hoy venida a menos por un cúmulo de errores que le llevaron a contratar obras imposibles en Qatar, en Turquía, en Argelia, en Canadá y hasta en España, sin reparar en los riesgos, y que, además, o quizás sobre todo, se ha visto golpeada por un goteo de demandas judiciales, propias y de su dueño, que fueron minando la confianza, un factor decisivo cuando se está sometido al juicio de la bolsa.

Un lustro lleva OHL tratando de aplacar ataques externos y defectos propios. En junio de 2016, cuando la tormenta ya arreciaba, Villar Mir cesó a Josep Piqué como consejero delegado y se retiró de la primera línea ejecutiva, dando paso a su primogénito, Juan- Villar-Mir. Los sucesores de Piqué, primero Tomás García Madrid, y después, Juan Osuna, cumplieron mandatos cortos a la sombra del patrón, como le refieren sus hijos. Porque aunque desapareciera del organigrama, Villar Mir seguía ostentando más del 50% de la empresa que había construido desde la nada y sobre la que siempre había tenido el mando único.

Ya sin sus inversiones más lustrosas en el perímetro, Abertis y el negocio de concesiones -vendidas para limitar la deuda-, José Antonio Fernández Gallar, otro directivo de la confianza de Villar Mir, asumió la gestión. Fue en el verano de 2018, el peor año de la historia de OHL, con unas pérdidas de 1.529 millones de euros en el año. Lo primero que hizo fue limpiar el balance con millonarias provisiones, en el que ya sí, se presumió como el definitivo -sus antecesores también habían hecho los suyos-. Desde entonces, trimestre a trimestre la empresa ha ido remontando los márgenes para presentar resultados operativos positivos.

Pero la mejora -aún en 2019 es previsible que el resultado neto sea ligeramente negativo- no era suficiente para obtener el respaldo sin fisuras de la banca. Tampoco del mercado, encargado de colocar a la empresa en una montaña rusa bursátil que aún hoy, pese al nuevo horizonte que se presume con los Amodio, continúa.

A los problemas de OHL, Villar Mir sumaba el declive de otras insignias, fundamentalmente Ferroglobe. Con un endeudamiento por encima de sus posibilidades, y en un guion similar al de la constructora, ha tenido que ir despiezando el holding, un proceso en el que todavía tiene un largo cometido.

En los últimos años, el empresario, de 88 años, se ha visto obligado a bajar en OHL, hasta deshacerse de prácticamente la mitad que declaraba hace cinco años

En los últimos años, el empresario, de 88 años, se ha visto obligado a descender en OHL, hasta deshacerse de prácticamente la mitad que declaraba hace cinco años -hoy tiene el 30,6%-. Se resistía, sin embargo, a ceder la condición de accionista de referencia, pese a los mensajes de su entorno. Ninguna de las negociaciones -la más notoria fue la de la china CSEC- fraguó. Bancos, accionistas, bonistas y hasta el equipo directivo de OHLclamaban por un relevo con el que, más que cualquier otra cosa, busca devolver la confianza.


Ya con Villar Mir más convencido -contrató a Société Générale-, surgió la oportunidad de los Amodio.
Apenas unos días después de aquella primera toma de contacto con OHL, repitieron llamada, pero esta vez a Javier López Madrid. El consejero delegado de GVM y yerno de Villar Mir es el responsable ahora de buscar las soluciones -y su suegro luego autoriza, o no- a la delicada situación del grupo. Se reunió con los hermanos mexicanos y comenzaron a diseñar una operación -con la participación de Fernández Gallar- que ha ido variando las formas con el paso de los meses, pero no el fondo.


La fusión de OHLy el negocio de construcción de Caabsa será, si el análisis de las cuentas de ésta resulta satisfactorio, el punto de partida para una nueva etapa, en la que los Villar Mir tendrán un peso -al menos esa es la intención-, pero ya no serán la cabeza visible (se quedarán con el 23%) y tendrán más libertad de movimientos, y en la que la constructora contará con unos inversores con 40 años de experiencia en el negocio, que facilitarán el acceso a México, que ayudarán a desbloquear a los bancos y queaportarán caja, ebitda y contratos.

Tras los pasos de Carlos Slim

Luis y Mauricio Amodio serán los mayores accionistas de OHL, con entre el 31% y 35% del capital, y tendrán un papel predominante en la gestión. Siguen así los pasos del magnate mexicano Carlos Slim, dueño de FCC, empresa con la que los hermanos estuvieron aliados en su día. Cuentan con 40 años de experiencia en el negocio de la construcción, la principal pata de actividad del Grupo Caabsa, con un tamaño que equivalente a la tercera parte del grupo español. El conglomerado está formado por 19 empresas y 10 patrimoniales. Se dedican principalmente a actividades relacionadas con las infraestructuras, aunque también se adentran en comunicación, aplicaciones tecnológicas, administración, capital financiero, textil y desarrollos comerciales. Concentran sus trabajos en México y otros países de Centroamérica.