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Frustración y fuga de talento: los efectos de la sobrecualificación

  • Hay empresas que exigen muchas condiciones para empleos sin cualificar
Trabajadora frustrada y que toma café en exceso. <i>Imagen de Istock</i>

Sérvula Bueno

El acceso al mercado laboral sigue siendo una gran traba para la gran mayoría de los jóvenes españoles. Así lo demuestran los datos de la última Encuesta de Población Activa (EPA): en el segundo trimestre de 2016, el número de personas menores de 25 años en paro aumentó un 3,38%, situándose el total en 692.800. Un panorama que se mantiene en el resto de la Unión Europea, donde, según datos dados a conocer recientemente por Eurostat, la cifra de desempleo en este colectivo alcanzó en mayo los 4,19 millones de personas. Más noticias en la revista gratuita elEconomista Pymes, Autónomos y Emprendedores

Ante esta tesitura, muchos jóvenes deciden continuar su formación superior realizando cursos, másteres o posgrado que puede llegar a desembocar en el fenómeno conocido como titulitis. Un término del sociólogo americano Randall Collins que se emplea para designar el persistente afán por obtener títulos y certificados.

"Los jóvenes le dan mucha importancia a la formación de base pero, en muchas ocasiones, tienen más peso competencias como la capacidad de trabajo en equipo, el hecho de dominar varios idiomas, estar al tanto en lo que respecta a nuevas tecnologías, tener una visión global o ser capaz de trabajar con la incertidumbre actual", señala David Reyero, socio comercial senior de Sanofi Iberia. Se trata de habilidades que no se suelen desarrollar a lo largo de la carrera pero que pueden constituir un aspecto distintivo con respecto a otros aspirantes a la hora de enfrentarse a una entrevista.

En relación con lo anterior, uno de los dogmas más arraigados en la sociedad es valorar más los diplomas universitarios que otras certificaciones. Así, muchas personas insisten en cursar una carrera de perfil técnico o industrial, cuando los títulos de grado superior o de formación profesional pueden aportar la formación idónea para ese tipo de puestos y suelen permitir también una incorporación más rápida al mercado laboral. "En España, hay un gran volumen de universitarios y, mientras, no se termina de lograr que la formación profesional adquiera la relevancia que sí tiene en otros países como Alemania o Suiza", explica Reyero, "se trata de un tema de desajuste entre oferta y demanda: faltan profesionales con perfiles técnicos y hay exceso en algunas licenciaturas".

Formación y cargos

Generalmente, a mayor nivel de formación, aumentan las opciones de optar a cargos competentes. Sin embargo, hoy en día muchas empresas exigen cuantiosas condiciones para acceder a empleos poco cualificados, lo que puede llegar a frustrar a los empleados. "Si una entidad exige en el mercado unos requisitos que no se adecúan al puesto que oferta, eso afecta a su reputación como reclutador. Lo ideal sería no fichar a personas sobrecualificadas si no se les puede asegurar un recorrido ascendente en la empresa o una buena oferta económica", afirma Reyero.

Además, como apunta Ana Gómez, responsable de Recursos Humanos de Jobandtalent, "de este modo, lo único que consiguen las compañías es que el trabajador frustrado salga de nuevo al mercado en busca de nuevas oportunidades que le atraigan más o que se ajusten más a su formación".

De ahí se deriva la dificultad de las empresas para, no sólo encontrar talento, sino también para retenerlo. Como indica Reyero, "nos encontramos ante una situación un poco paradójica, porque hay mucho paro, pero a la vez hay escasez de talento en algunos puestos, por lo que es un momento complejo para reclutar personal". A ello se une que las organizaciones no terminan de aplicar los programas de desarrollo interno, de manera que las personas no pueden crecer vertical u horizontalmente.

Mayor peso de las competencias

En este sentido, los retos que se presentan de cara al futuro van en concordancia con las dificultades anteriores. Que se valoren más las competencias y no tanto la titulación de base, y que cada vez haya menos delimitación de carreras para un puesto determinado son algunos de estos desafíos, que parecen ir supliéndose: "Las empresas de reciente creación o de base tecnológica no miran tanto el currículum, sino las experiencias. A los programadores no se les exige una carrera, sino que demuestren lo que saben hacer frente a un ordenador", afirma Gómez.

No obstante, ante el mercado tan competitivo en el que nos encontramos, Reyero insiste también en mejorar los sistemas de retribución de determinados puestos y sectores. "En esta materia, la mayoría de las empresas españolas no son suficientemente competitivas y eso, sumado a que hay personas sobrecualificadas, puede dar lugar a pérdida de talento joven".