La caótica relación con Marruecos
elEconomista.es
Ceuta cierra la semana en una situación más calmada, después de que Marruecos pusiera a la ciudad autónoma al límite, permitiendo el asalto de 8.000 inmigrantes ilegales. El mérito del regreso a la normalidad corresponde a la acción de la UE muy por encima de la propia del Gobierno español.
A Rabat no le conviene tensar en exceso sus relaciones con la Unión. Desde 2007, ha recibido 13.000 millones en ayudas europeas, unos fondos cuya continuidad ahora peligraba, como advirtió Bruselas. Además, están en juego los beneficios que el país magrebí disfruta de los llamados contingentes arancelarios preferenciales que facilitan el acceso de sus productos agrícolas al mercado comunitario. Paradójicamente, los términos de las relaciones particulares entre España y Marruecos están en los últimos años mucho menos claros e incluso son incoherentes. Por un lado, nuestro país fomenta conflictos diplomáticos, como el derivado de la acogida brindada al controvertido líder saharaui Brahim Ghali. Por otro lado, sin embargo, Madrid se presta a clamorosas concesiones al reino alauí. Así ocurrió en 2019 cuando el Gobierno firmó un polémico acuerdo con Rabat para elevar la interconexión energética.
Los desafíos diplomáticos se combinan con clamorosas concesiones concesiones hacia el país norteafricano
El pacto no sólo es cuestionable en cuanto a su utilidad (ya existen dos infraestructuras de ese tipo operativas), hasta el punto de que la CNMC sólo le atribuye una justificación "política". Además, Competencia denuncia que su coste supondrá elevar el recibo de los consumidores españoles. Afloran así contradicciones que delatan la falta de toda hoja de ruta en las relaciones hispano-marroquíes, lo que compromete el futuro de casi 20.000 empresas de nuestro país que mantienen estrechos vínculos con el país norteafricano.