Los expertos lo venían avisando, prácticamente con unanimidad, desde finales del año pasado: "Una inflación mayor de lo esperado es el principal riesgo para los mercados". En las últimas semanas, esta advertencia ha tomado cuerpo. Con los precios despertando en Europa y situándose en el entorno del objetivo de crecimiento del 2 por ciento en Estados Unidos, las rentabilidades de los bonos soberanos se han disparado y las bolsas han temblado ante la posibilidad de que la Reserva Federal (Fed) y el Banco Central Europeo (BCE) aceleren el ritmo de la normalización de las políticas monetarias. Un proceso que ya está en marcha en la primera economía del mundo y que se podría adelantar en la eurozona. Por eso, los datos del IPC (indicador de precios) de enero que se conocerán en los próximos días, tanto a uno como a otro lado del Atlántico, subirán las pulsaciones del mercado antes de que la publicación de las actas de las últimas reuniones del Fed y del BCE -el 21 y el 22 febrero respectivamente- ofrezcan pistas sobre el ritmo que marcarán las instituciones que dirigen Jerome Powell -recién aterrizado- y Mario Draghi. Ambos mandatarios protagonizarán también marzo. El 8 del mes que viene se celebra la reunión del BCE y el día 21 la de la Fed, en la que se espera una nueva subida de los tipos de interés. Las estimaciones apuntan, de media, a otras dos más en 2018, pero ya hay voces, como la de Nigel Bolton, responsable del equipo de renta variable europea de BlackRock, que apuntan a que la institución estadounidense "subirá tipos cuatro o cinco veces este año". Antes de estas citas, las elecciones en Italia siguen siendo uno de los puertos más complicados a los que tendrá que hacer frente el mercado. Desde luego, en el Viejo Continente, donde un proceso electoral vuelve a amenazar la estabilidad de la Europa comunitaria.