"Mi teléfono no ha parado de sonar con preguntas de los inversores". Esta ha sido una de las frases repetidas por responsables financieros y de relaciones con inversores de las principales empresas del sector energético durante la semana de tensión que han vivido los títulos de estas compañías en el parqué. En apenas dos sesiones las utilities perdieron en bolsa 3.160 millones de euros al son del baile de números que desde el Ministerio que dirige Álvaro Nadal apuntaban a un raquetazo a la retribución de la distribución de gas y avanzaba un ajuste del sector eléctrico en una serie de enmiendas dentro de la Ley de medidas urgentes contra la sequía que llegó a cifrarse en 750 millones para 2019 y 2020.
Hubo que esperar a la comparecencia en el Congreso del titular de Energía el miércoles para aclarar el impacto del ajuste, que finalmente se limitará a cerca de 300 millones, y que en el caso del sector gasista se reduce entre cero y 50 millones. Una cuantía muy alejada del borrador elaborado por el Ministerio al que tuvo acceso elEconomista a principios de semana.
El atractivo de muchos de estos valores reside en la estabilidad acompañada de elevados pagos al accionista, por lo que no es de extrañar que muchos inversores se hayan hecho estos días la misma pregunta: ¿se mantendrá la política de dividendos de estas compañías hasta en el peor de los escenarios? "El sector utilities por definición siempre va a tener al acecho asuntos regulatorios que van a generarle cierta incertidumbre, pero es pronto como para descontar un escenario tan pesimista que nos lleve a pensar que modificarán sus políticas de dividendo", opina Manuel Campos, analista de Serfiex. "No pensamos que les afecte al dividendo, ya que tienen margen en el payout y, además, pueden bajar las inversiones si les remuneran menos", comparte Víctor Peiro, director de análisis de GVC Gaesco Beka.
Fuentes de las compañías más afectadas por la futura caída de los ingresos regulados confirman que "el lío con Nadal no afecta a la retribución del accionista comprometida" y se muestran firmes con sus políticas de dividendo. Sin embargo, sí que reconocen que "la decisión de adelantar la revisión de regulación a 2018 no es justificable y que el ruido político ha generado inestabilidad e incertidumbre a los inversores institucionales".
Y es que la opinión generalizada entre los analistas es que los comentarios del ministro "han sido perjudiciales en términos de sentimiento general y de credibilidad, pero parece que el resultado podría no ser tan malo como se temía", tal como indica Citigroup. Desde Exane BNP también mandan un mensaje de tranquilidad, aunque ponen en evidencia una situación: "Parece que ha habido demasiado ruido y el resultado final podría ser más leve, pero, de manera inequívoca, el sector regulado español tiene una mayor prima de riesgo frente a otros en Europa por la incertidumbre regulatoria".
Desde el lunes no han sido pocas las casas de análisis que han puesto en cuarentena su consejo y sus valoraciones sobre los títulos más sensibles a la regulación. Una de la más contundentes fue Bank of America Merrill Lynch (BofA) sobre Gas Natural y Red Eléctrica, a las que retiró el consejo de compra para recomendar a sus clientes mantener una posición "neutral". "Ha habido un cambio en las reglas del juego", señalan fuentes de estas compañías, quienes admiten que los volúmenes se han situado por encima de su media y que el impacto ha sido notable. Enagás cerró la semana con un 5,8% de caída; Gas Natural con un 2,41%; Endesa, un 6,6%; Red Eléctrica, un 3%; e Iberdrola, un 4,3%. En total, el sector ha perdido 4.215 millones de capitalización.
Pero no es la primera vez que se produce ruido político en torno al sector. En septiembre del año pasado, un informe de Goldman Sachs sobre el futuro de las eléctricas provocó que se evaporasen 2.231 millones de estas firmas en una jornada bursátil.
No es de extrañar que al inversor extranjero, acostumbrado a otro tipo de reguladores, le preocupe la incertidumbre sobre el sector en España, donde, a diferencia de otros países de la UE -donde el regulador interviene más en la toma de decisiones-, ha sido el Ministerio de Energía el que ha liderado los cambios. "Hay que buscar la credibilidad en los marcos regulatorios actuales", defienden las compañías del sector, ya que el calendario previsto no considera ningún tipo de interferencia hasta finales de 2019 en el caso de las eléctricas y 2020 para las gasísticas. A corto plazo, los expertos creen que se respirará alivio, ya que el recorte de ingresos parece ser más pequeño de lo inicialmente sugerido. Pero es inevitable alejar todos los temores. Por ello, bancos como JP Morgan prefieren mantenerse "prudentes, ya que vemos el riesgo de una incertidumbre prolongada y propuestas perjudiciales (como la de los costes de desmantelamiento nuclear) en los próximos meses".
Sin embargo, no hay que obviar que Enagás y Red Eléctrica ya eran las más bajistas del Ibex antes de que el Ministerio adelantara en el calendario el riesgo regulatorio. El mercado está apostando ahora por empresas cíclicas y financieras ante una expectativa de subida de tipos más cercana -que no beneficia a las utilities-, por lo que el inversor debe asumir la ecuación riesgo/dividendo que ofrecen estos valores.
Es una de las compañías de la bolsa española que tienen una política de retribución comprometida para los próximos años en la que ofrece una alta rentabilidad por dividendo (un 6,9% en 2018) que no está reñida con un crecimiento anual de los pagos. Enagás aprobó en 2017 un plan estratégico hasta 2020 en el que anunció subidas de dividendo del 5% anual. Un objetivo que la mantiene como una de las empresas con mejor retribución en efectivo del Ibex, pese a ser la firma a la que más afectaría un recorte de las retribuciones de gas -la rebaja afectaría en un 30% a Enagás-. La compañía no cambiará el plan de ruta. "Los impactos no suponen absolutamente nada cuantitativamente y estas cantidades no merecen la pena ser consideradas en el plan de negocio", señalan fuentes cercanas a la empresa. Aseguran que Enagás se marcó en 2016 el objetivo de un flujo de caja/deuda neta de al menos el 15% y en este año y medio "la deuda ha bajado, elevando la ratio, por lo que hay holgura para aguantar estos pequeños tsunamis regulatorios al menos hata 2020, para mantener el incremento del 5% comprometido en el dividendo y seguir mirando de manera internacional".
A diferencia de otras empresas del sector, Gas Natural todavía no ha destapado todas sus cartas. La compañía también cuenta con un plan estratégico hasta 2020, pero tiene pendiente actualizarlo este mismo mes. Hasta la fecha, su compromiso es distribuir un mínimo de 1 euro por acción con los beneficios de 2017 y 2018, destinando un 70% de estas ganancias a retribuir, lo que implica una rentabilidad en el entorno del 5%. Fuentes cercanas a la empresa aseguran que las últimas novedades regulatorias no afectarán a los planes ni a la política de dividendos que tenía previsto anunciar.
Uno de los puntos importantes será revelar el destino de los 3.200 millones de euros generados por desinversiones. Las estimaciones del consenso prevén que puedan emplearse para elevar los pagos en efectivo pero los expertos no descartan un reparto extraordinario y una recompra de acciones. "Se han generado importantes entradas de caja así como significativas plusvalías, incrementando con ello las posibilidades de una mejora en la retribución al accionista. Las inversiones creemos que están más limitadas ante la falta de oportunidades", considera Ángel Pérez, de Renta4, quien calcula un posible "dividendo extraordinario de 2.400 millones de euros [cerca de 2,4 euros por acción]" si se fija un objetivo de deuda de 3 veces el beneficio bruto para 2020.
Ser un gestor de red, como Enagás, convierte a Red Eléctrica en una de las principales afectadas ante cambios regulatorios. Sin embargo, la compañía, que es la más bajista del Ibex en el año al perder un 8,7%, sería la más "defensiva" frente a todos estos riesgos, en opinión de los analistas de BofA, quienes argumentan que la electricidad es más estratégica para el Gobierno por los proyectos de interconexión, las energías renovables o los vehículos eléctricos, que además tiene un sólido balance y que la posible compra de Hispasat (pendiente de la opa de Abertis) sería muy positiva -algunos expertos consideran que permitiría compensar parte de los ingresos regulados en el futuro-. No obstante, el banco estadounidense cree que todo esto ya no es suficiente para justificar una recomendación de compra, que han bajado a mantener.
Su política de dividendos, eso sí, tampoco está siendo cuestionada. Desde que salió a bolsa en julio de 1999, cada ejercicio, reglamentariamente, ha elevado su dividendo. Salvo recortes como los anunciados, el marco regulatorio para la electricidad en España tendría vigencia hasta 2019, y es hasta ese año cuando la compañía se ha comprometido a aumentar sus pagos un 7% anual. Con ello, este año ofrecería un 5,7% y el próximo, más de un 6%.
La política de remuneración al accionista de Endesa tiene como eje principal repartir el cien por cien de los beneficios entre los accionistas hasta 2019, por lo que cualquier imprevisto que altere el resultado tendría un impacto directo en sus pagos; más con un negocio tan doméstico. De momento, las firmas de inversión no están recortando sus estimaciones hasta ese año. Victoria Torre, analista de Self Bank, considera que los recortes en la retribución del Ministerio y el conflicto en cuanto al cierre de centrales eléctricas y nucleares "previsiblemente afectarían más a las compañías con negocio menos internacionalizado, lo que podrá llevarlas a reducir su plan de inversiones", pero destaca que para Endesa el dividendo se ha convertido en una prioridad: "Se ha tornado en uno de los pilares estratégicos de la compañía, basada en una estrategia financiera que genera un free cash flow alto para mantener el nivel del payout".
Tras revisar su plan estratégico el pasado mes de noviembre, la eléctrica puso un suelo a su retribución de 2017 en 1,32 euros por acción, pero estimó que, en función de los beneficios previstos, abonaría 1,37 euros en 2017; 1,42 euros este año; y 1,57 euros el próximo. Con estas cifras, defiende su posición como la compañía del Ibex con la mayor rentabilidad por dividendo, al situarse en el 7,8% en 2018 y alcanzar el 8,7% en 2019.
La compañía presidida por Ignacio Sánchez Galán es la que menos se vería afectada por los cambios regulatorios en España por la diversificación geográfica y de su negocio, pese a que durante la semana también se ha visto arrastrada por el ruido regulatorio. Es la firma menos expuesta al negocio doméstico, al obtener un 65% de sus ganancias en otros países, según datos de BofA. Es una de las razones por las que desde JB Capital Markets afirman que continúan "considerando a Iberdrola como la mejor opción en el mercado en el entorno actual".
La eléctrica celebrará el próximo 21 de febrero su Día del Inversor, cuando puede dar más detalles sobre su actual plan estratégico. "El Investor Day en febrero podría ser un catalizador positivo. Iberdrola actualizará su plan de negocios más allá de 2020. Incluso contabilizando revisiones regulatorias más estrictas en España (2020) y en el Reino Unido (2021/2022), aún esperamos que Iberdrola registre un crecimiento de ganancias de un dígito medio a alto en el período 2017-2022", señala en un informe Morgan Stanley.
En cuanto al dividendo, el actual plan solo contempla un mínimo de 0,31 euros por acción hasta 2020 (un 4,8% de rentabilidad), asumiendo un reparto del 65-75% del beneficio. Los bancos de inversión van más allá y consideran que si se va a la parte alta de su rango de payout pueda abonar 0,34 euros en 2018 y elevarlo un 5% en los dos próximos años, ofreciendo rentabilidades superiores al 5%.