La rentabilidad del bono americano a 10 años ha sumado cerca de 40 puntos básicos desde finales de agosto, un ritmo que parece haberse atragantado entre los inversores, en un momento que el tono algo más agresivo de Jerome Powell, presidente de la Reserva Federal (Fed), hace pensar que al banco central no le va a temblar la mano a la hora de seguir endureciendo las condiciones finacieras.
De hecho, comienza a notarse cierta aversión por el riesgo y tomar posiciones defensivas que ha provocado que muchos inversores comiencen a plantearse deshacer posiciones en grandes titanes tecnológicos, donde la rentabilidad comienza frenarse a un precio que puede considerarse caro según los estándares históricos.
Además, este martes conocimos como el Índice de Precios de Producción subió en septiembre un 0,2% en su lectura de cabecera, como esta digerido por el consenso, pero en el dato subyacente repuntó un 0,4%.
"Esta fortaleza nos hace pensar que el dato de inflación será sólido", aseguró Veronica Clark, economista de Citi, quien señaló que el dato de precios de producción registró "síntomas limitados" del efecto que los aranceles del 25% sobre un catálogo de productos chinos por valor de 50.000 millones de dólares está teniendo en la economía. Todavía habrá que esperar a la lectura de octubre para conocer el impacto de los gravámenes del 10% sobre importaciones chinas por valor de 200.000 milllones de dólares.
Fuera del pulso arancelario, también pesaban las advertencia del Fondo Monetario Internacional en su Informe Global de Estabilidad Financiera (GFSR, por sus siglas en inglés). Tobias Adrian, director del Departamento Monetario del Fondo Monetario Internacional (FMI) reiteró que los participantes del mercado "parecen complacientes sobre los riesgos de un abrupto ajuste en las condiciones financieras".
Las subidas de tipos de la Fed, la guerra comercial y otros factores hacieron que el Fondo cifre en hasta 100.000 millones de dólares los flujos de capital que podrían salir de los emergentes, excluida China, un volumen no visto desde la crisis financiera de 2008.
A estas "peligrosas corriente de fondo", el organismo dirigido por Christine Lagarde añadió las dudas sobre una salida desordenada del Reino Unido de la Unión Europea, que tendría como consecuencia una fragmentación del mercado de capital en Europa. "Nuevas vulnerabilidades han surgido y la resistencia del sistema financiero global tiene aún que ser probada", avisó el documento presentado en Bali, Indonesia.