Hace unas semanas, Intesa Sanpaolo lanzaba una OPA, oferta pública de adquisición, a otra de las grandes entidades financieras italianas, UBI Banca. Esta operación ya había sido prevista por diversos expertos que alentaban a que los bancos europeos se fusionaran en busca de una mayor competitividad.
Lo que parece que no mucha gente fue capaz de vaticinar fue el alcance de la pandemia actual a la que se enfrenta el Viejo Continente y el mundo. Una crisis que está arrasando las ganancias de la mayoría de las compañías europeas, pero en la que el primer banco de Italia ha entrado con una férrea fortaleza.
El grupo con sede Turín se coloca la medalla de oro del EuroStoxx 50 en lo que a subidas en las estimaciones de beneficio neto para este año se refiere. Al menos si se ponen en comparación con las primeras previsiones hechas a principios de 2020. Aunque, tras el 19 de febrero (día en que la crisis se agravó en Europa) ha tenido continuas reducciones, la entidad mantiene un aumento en sus previsiones de ganancias netas de cerca del 5% con respecto a lo estimado a principios de enero. En total se espera que cerrará el año con 4.127 millones de euros.
Con esta buena cifra, Intesa puede convertirse en una de las grandes salvaguardias de la economía italiana, ya que la mayoría de las multinacionales del país están sufriendo duramente por culpa del Covid-19.
Una de las que más se ha derrumbado con la pandemia es la energética Eni, que está teniendo que hacer frente también a la guerra comercial por el petróleo ente Rusia y Arabia Saudí. Estos conflictos han destrozado las previsiones de beneficio de la empresa que se han reducido en más de un 70% de los primeros augurios a comienzos de 2020. De hecho, la compañía marca el mayor recorte del EuroStoxx 50.
En el mercado de valores la entidad bancaria no ha podido evitar ser arrasada por la dinámica actual en las bolsas europeas, que llevan teñidas de rojo más de un mes. En consecuencia, la empresa de Messina se ha derrumbado un 43% en el parqué de Milán. Esta caída la lleva a colocarse en niveles de 2013, recordando a los peores momentos de la crisis de la deuda europea.
Asimismo, las valoraciones de la compañía se encuentran muy polarizadas. Uno de los datos que más apreciaban los expertos a la hora de analizar a la corporación era sus grandes dividendos, que, el pasado martes 31 de febrero, anunciaba que iba a cancelar debido a las recomendaciones dadas por el Banco Central Europeo.
Por ello, la mayoría de los analistas aconsejan, por ahora, mantener sus acciones en cartera, a la espera de que las mareas de las bolsas se calmen. Aunque un dato a destacar es su PER (número de veces que el beneficio de la acción está recogido en el precio de esta) que se sitúa en la en las 7,7 veces, por lo que se ha abaratado más de un 25% de los 10,3 veces que marcaba a principios de año.