Deporte y Negocio
El volcán en los despachos arrincona al fútbol femenino español
- El veto de la RFEF a Mediapro complica un contrato clave para el sector
- La patronal y los sindicatos siguen muy alejados en la negociación del convenio
- Las futbolistas ya han advertido de que podrían parar el inicio del curso 19/20
Sergio de la Cruz
El fuego cruzado entre las instituciones del fútbol español ha traído consigo una multitud de enfrentamientos y una maraña de relaciones intoxicadas entre LaLiga, la Federación (RFEF) y también la firma audiovisual Mediapro. Pleitos judiciales, mediaciones del Consejo Superior de Deportes, denuncias y vetos que han sumido en la incertidumbre el próximo convenio de coordinación de Primera y Segunda, la adjudicación de los derechos de TV de las competiciones federativas...y, de paso, el futuro del balompié femenino nacional.
El recién finalizado curso 18/19 ha sido de inflexión para el fútbol femenino español, que en su mayor cota de popularidad sigue sin un convenio colectivo que ponga negro sobre blanco las condiciones laborales de las futbolistas y que tiene por delante un campo minado para poder conseguirlo. A las pugnas sindicales, la desconfianza RFEF-LaLiga y un inesperado y obligatorio de modelo de competición para la próxima temporada se le suma el cordón sanitario por razones éticas que la federación ha puesto a Mediapro y que conlleva el 'veto' (a la espera de lo que digan los tribunales) en los concursos audiovisuales a la firma de Jaume Roures...que ya ha comprado los derechos de TV de la Liga Iberdrola.
La Asociación de Clubes de Fútbol Femenino (ACFF) anunció un acuerdo con Mediapro para emitir, previo pago de nueve millones de euros por un total de tres temporadas, la liga femenina, primera comercialización de estos derechos para ayudar a la viabilidad de los equipos y condición indispensable que la ACFF había puesto a los sindicatos para aumentar el salario mínimo de las jugadoras en las negociaciones por el convenio colectivo.
La cuestión salarial se ha convertido en el tema principal a tratar en unas conversaciones que comenzaron en octubre de 2018 y que permanecen estancadas por las diferencias entre sindicatos (AFE, Futbolistas ON y UGT) en cuanto a las cantidades mínimas, la parcialidad permitida o la vigencia.
Esta semana se retomaron unas negociaciones paradas por un mes y el resultado al término de la reunión fue el mismo. Una propuesta de la patronal (una parcialidad del 50% y un salario mínimo de 14.000 euros mensuales que podrían ser 20.000 si el acuerdo con Mediapro se puede ejecutar) y una respuesta sindical alejada de esa oferta: una tabla de parcialidad que solo contempla ese 50% a partir de un sueldo mínimo de 25.000 euros anuales.
Y no solo eso, también hay diferencias en la vigencia: los sindicatos, liderados por AFE, pidieron la retroactividad a toda la temporada 18/19 y una negociación a la alza de los salarios para el curso 19/20. La patronal ha abierto la puerta a una retroactividad a partir de enero de 2019, un punto de partida, pero se niega en redondo a lo segundo, defendiendo que lo pactado para la 18/19 se mantenga al menos para la siguiente. Fuentes de la ACFF argumentan que los clubes cuentan con unos presupuestos reducidos y que, aunque se lucha por un modelo sostenible, las escuadras no están preparadas para un esfuerzo económico mayor.
Las negociaciones por este convenio, aunque retomadas, siguen sin avances y también las que existen entre RFEF y ACFF para definir el futuro del fútbol femenino y sus futuras relaciones, en un tira y afloja que se asemaja a una versión más ligera del que mantienen la federación y LaLiga en el fútbol masculino. Con una diferencia clara: de él pueden depender las condiciones laborales de buena parte de las futbolistas.
Con la llegada del Mundial femenino en junio, que promete más visibilidad para el colectivo y un nuevo empujón para la causa, las jugadoras ya han avisado de que, hartas de que sus reclamaciones no encuentren solución, están dispuestas a parar el inicio de la competición 19/20 hasta que se firme el convenio. El reloj sigue corriendo.