Sabemos que el epicentro de la corrección está en EEUU. Sin embargo, las bolsas europeas se lo toman mucho peor que Wall Street.
La reciente corrección de las bolsas nos ha dejado un comportamiento del mercado sorprendente. Sabemos que el epicentro de la corrección está en EEUU: el dólar es la punta del iceberg, pero, detrás, lo más importante es el deterioro de las expectativas económicas en ese país, que se produce al mismo tiempo que una mayor inversión de la curva de tipos (tipos a largo plazo más bajos que a corto plazo). Sin embargo, las bolsas europeas se lo toman mucho peor que Wall Street. ¿Por qué?
En primer lugar, hay que hablar del dólar. La historia nos dice que la renta variable europea reacciona mal a una debilidad de la divisa norteamericana casi por sentido común: esta debilidad es un regalo para General Motors y un problema para Renault (favorece las exportaciones de las empresas estadounidenses y frena las europeas). Es un regalo para las multinacionales americanas y un obstáculo para los gigantes europeos.
También se puede pensar que el escenario de recesión en EEUU está ya en los precios de Wall Street. Francamente, lo dudamos por una cuestión de timing (es demasiado pronto) y a la vista de la fortaleza de las perspectivas de beneficios de las empresas para los próximos trimestres.
Tampoco podemos olvidar el peso de las previsiones del sector. Hay que tener presente que el consenso de los analistas norteamericanos sigue bastante tranquilo pese al deterioro de los datos económicos. Es decir, aumenta el riesgo de un aterrizaje brusco de la economía, pero la mayoría de los grandes brokers se aferra al escenario de aterrizaje suave.
Los últimos ejemplos de este fenómeno nos los proporcionan dos pesos pesados: Morgan Stanley y Merrill Lynch. El primero destaca un momentum de beneficios todavía bastante bueno, con un 72% de las empresas del S&P 500 por encima de las previsiones del consenso en el tercer trimestre (la media de un 6% por encima de dichas previsiones). Si hay recesión y una rebaja de expectativas de las empresas, será una revisión de las más duras de la historia financiera. Morgan añade una valoración aceptable de la bolsa, ya que los tipos a largo siguen bajos y los múltiplos (el PER) nunca se han contraído cuatro años consecutivos.
A esto hay que añadir unas expectativas de inflación en la senda prevista (es decir, todas las malas noticias ya están descontadas y hay cierta probabilidad de tener un mix del 0,1/0,2 mensual para el IPC subyacente), un sentimiento de mercado excesivamente optimista (eso es un factor de corrección a corto plazo) y una liquidez suficiente sin estrechez de crédito.
En cuanto a Merrill Lynch, su escenario es más económico que de mercado. Su estimación es que el crecimiento en EEUU se ralentizará por debajo del 2% en 2007 (concretamente, al 1,7%), pero dentro de un aterrizaje suave, es decir, sin llegar a una recesión. El resto del mundo resistirá bien, según esta firma: es el famoso decoupling (descorrelación) de los ciclos económicos, con una desaceleración fuera de EEUU mucho más moderada. Si sumamos el aterrizaje suave en EEUU y el decoupling, Merrill obtiene un crecimiento mundial en 2007 de casi en el 5% (4,7%) tras un 5,6% en 2006.
La conclusión para el inversor es que es difícil ver una corrección de verdad. Sin embargo, cada uno a su manera, Morgan Stanley y Merrill reconocen que el debate se hace más intenso y que eso corresponde generalmente a un punto de inflexión o un cambio de escenario. Para Bolságora, eso quiere decir que no tenemos todavía argumentos suficientes para anticiparnos al mercado y vender, pero que es tiempo de gestionar con más cautela las ganancias de este año pese a la fuerza que muestra Wall Street.