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Venezuela se acerca a su primer año de crecimiento del PIB desde 2013 gracias a las tímidas reformas de Maduro

  • El levantamiento de los controles ha permitido reactivar la economía
  • El PIB del país ha caído un 75% desde que Maduro está en el poder
Un hombre cambia un dólar por varios millones de bolívares para comprar un billete de metro en Caracas. Foto: Reuters

Víctor Ventura

Desde que Nicolás Maduro llegó al poder en Venezuela, en 2013, hay un dato que todavía no ha sido capaz de lograr: conseguir cerrar un solo año con un crecimiento positivo del PIB del país que controla. La nación caribeña lleva sumida casi una década en una recesión perpetua, aplastada por las nacionalizaciones, los controles de precios y las restricciones a la empresa privada aprobadas por su predecesor, Hugo Chávez, y endurecidas por él. A eso se le añade el hundimiento del petróleo en los últimos años, la suspensión de pagos de la deuda y la hiperinflación por la falta de productos. Y, como guinda en el pastel, las sanciones de EEUU aprobadas por Donald Trump en 2018. Pero, tras tocar fondo, el país está empezando a arrastrarse lentamente fuera del hoyo: los analistas esperan que este sea el primer año con un aumento del PIB desde que Maduro está en el poder, en parte gracias a las tímidas reformas que se ha visto obligado a implantar su Gobierno.

En los últimos meses, el gobernante autoritario del país, que lleva sin celebrar una sola convocatoria electoral limpia desde 2015, está empezando a dar pasos hacia adelante. En este tiempo ha permitido que la oposición nombre a algunos miembros del Consejo Electoral, órgano que gestiona los comicios y que ha dado por buenas numerosas elecciones fraudulentas en los últimos años, cuando estaba formado únicamente por figuras del chavismo. Una maniobra que espera que sirva de 'rama de olivo' hacia el nuevo Gobierno de EEUU, para entablar negociaciones sobre las sanciones. Por otro lado, Maduro ha abierto la puerta a privatizar parte del sector petrolero, ante la desintegración de PDVSA, la empresa petrolera estatal, para intentar recuperar una producción que se ha hundido a mínimos de medio siglo por falta de inversión.

Fin de los controles

Pero el movimiento clave ha sido el levantamiento, si no legalmente al menos sí de facto, de los numerosos controles de precios y divisas. Desde hace meses, los venezolanos usan dólares para fijar precios y hacer sus compras diarias, y los supermercados pueden abastecerse en el mercado libre, en vez de tener que seguir las instrucciones del Gobierno. Y ya hay gasolineras que venden combustible en dólares, reemplazando a las que lo regalaban y que apenas tenían unos pocos litros disponibles cada día.

El resultado es que el comercio ha repuntado y la gente no necesita ir a comprar con sacos de billetes ni hacer colas infinitas para conseguir un kilo de arroz subvencionado. La hiperinflación se ha frenado, y los precios han pasado de subir un 344.000% anual a 'apenas' un 2.900%, aunque la mayoría de la gente ya no usa bolívares. El motivo está claro: el billete más grande, de un millón de bolívares, no equivale ni a 30 centavos de dólar. El Banco Central está estudiando quitarle ceros a la moneda por tercera vez en dos décadas, pero a muchos ciudadanos de a pie esta medida no les afecta: prefieren pagar directamente en dólares.

El problema, por supuesto, es hacerse con ellos: EEUU no va a enviarlos al país, y el salario mínimo apenas da para hacerse con tres dólares cada mes, cien veces menos del coste de la cesta de la compra más básica. Pero los pocos millones de billetes que ya están dentro del país -y los que gestionan los bancos- ofrece más seguridad a las empresas y a los ciudadanos que todos los trillones de bolívares que existen.

La artífice de este cambio es la ministra de Economía, Delcy Rodríguez, que este mes admitió, por primera vez, el desastre que supusieron las políticas de los diversos ejecutivos chavistas en estas décadas. En una entrevista con la agencia Bloomberg, Rodríguez reconoció que "no se puede decir que lo que se hizo era socialismo, no. Esas políticas iban directamente contra la gente, contra el poder adquisitivo de la gente". Además, aseguró que "el sector privado se está volviendo menos dependiente de los ingresos petroleros. Se está convirtiendo en un sector que invierte, produce y encuentra en Venezuela un espacio donde desarrollar su potencial". Unas palabras todavía demasiado optimistas, viendo la situación del país, pero que muestran el increíble giro de 180 grados que está intentando dar el chavismo.

El resultado de estos tímidos avances es que Credit Suisse apunta a que el PIB del país puede crecer un 4% este año, mientras que la firma local Ecoanalítica sube ese potencial crecimiento al 8%. Un cambio de tendencia que, aún así, deja un largo camino por recorrer: según los datos del FMI, la riqueza anual del país ha caído un 75%: de 562.000 millones de dólares en 2013 a 144.000 millones en 2020, calculado en dólares según la paridad de compra. Esa subida del 8%, de hacerse realidad, llevaría al PIB a rondar los 155.000 millones. Una gotita de agua en el desastre económico que asola al país. "La realidad es que casi todo el mundo en el país está pasando por la pobreza y por dificultades extremas", dijo a Bloomberg Sergi Lanau, economista jefe adjunto del Instituto de Finanzas Internacionales. La pregunta ahora es si este será el primer paso de un nuevo camino, o si Maduro se está limitando a desabrochar un agujero el cinturón que asfixia a sus ciudadanos desde hace una década.