
Las Vegas, la luminosa capital del juego, es famosa por ser el templo del gasto, las máquinas tragaperras y las luces de neón. Lujo, exclusividad, dinero a expuertas... Un néctar que permite a sus habitantes olvidar por unos minutos de la realidad de su día a día y vivir por unas noches una vida paralela colmada de un sentimiento de plenitud que parece faltarles.
Parece que lo único que podemos encontrar en sus hoteles es glamour. Sin embargo, bajo esa fachada fría y superficial, encontramos un oásis de comportamiento ecologista en este espejismo de casinos donde la diversión y la bebida riegan como aspersores mesas de juego, barras... y ladrillos.
Visto desde cualquier ángulo, y teniendo en cuenta que nos encontramos en uno de los enclaves de mayor derroche, riqueza y consumismo del mundo, nadie adivinaría que el Morrow Royal Pavillion, con su sofisticado diseño a imitación de una mansión inglesa, está construido de los cimientos a la azotea con materiales reciclados, pasando por sus chimeneas, sus columnas y sus escalones.
Una obra de arte al ecologismo creada por Scott McCombs, presidente de Realm of Design. Para conseguirlo, la empresa se convirtió en un hambriento contenedor de vidrio y recolectó durante varios meses las botellas de cerveza y otras bebidas que servían en los locales de las Vegas. La cantidad final fue de 500.000 envases, que ocupó una superficie mayor que el área de ocho campos de fútbol juntos. Fueron el ingrediente principal de la receta para conseguir la denominada "piedra verde": ladrillos a base de vidrio triturado con cenizas que fueron fundidos posteriormente en moldes rectangulares.
El resultado ha sido este edificio de corte señorial a imagen y semejanza del Swakerstone Hall Pavilion (Inglaterra), famoso por protagonizar la portada de uno de los discos de los Rolling Stone. De hecho, Facebook lanzó recientemente una campaña para promocionar el Morrow Royal Pavillion en intentar que el grupo de música diera un concierto en sus salones.
Tanta celebración no es para menos; ya que con su iniciativa, McCombs ha alcanzado una especie de record Guinnes de la arquitectura al levantar el edificio más grande hasta el momento construido con botellas recicladas.
Todo un hito en la escuela del reciclaje y el cologismo., que parece haber encontrado en la arquitectura la ocasión de hacer su agosto.
Una muestra de que en el rincón más apartado del mundo verdadero, donde la despreocupación ha extendido su imperio, el cuidado por el entorno aún está presente.
(imágenes: facebook)