
Su pequeño tamaño destaca entre los altos edificios de Tianjin, en China. Pero aunque no lo parezca, esta casa que levantó la constructora Cocoon/Mochen Architects&Engineers a finales del 2011 es un verdadero gigante ecológico.
Su madre -la empresa constructora- que ya había realizado otros proyectos vanguardistas y de estructura geométrica cuajada de vértices, se lanzó a la gesta con esa intención. La de levantar una casa limpia, que se mantuviese a sí misma gracias exclusivamente al uso de energías renovables (solar, eólica y geotérmica) reduciendo, a su vez, el consumo energético mediante su diseño y la distribución de baterías por las habitaciones.
Con este propósito en el punto de mira se empezaron a dibujar las primeras gráficas y los planos. La nota medioambiental estuvo presente en el diseño desde su semilla. De este modo, cada pieza del puzle -o del mobiliario, en este caso- cuadraba en su sitio y no sobresalía por encima de las demas abriendo una brecha en la estética del edificio. La impresión de solidez nos la otorgan los materiales que requería su estructura. Han combinado las recetas de ahorro energético tradicionales con las oportunidades que ofrecen las nuevas tecnologías y han conseguido que la idea madurase instalando un circuito de ventilación natural para reducir el consumo eléctrico en primavera y en otoño, además de colocar paneles fotovoltaicos en el techo.
Gran parte de la mitad superior de las paredes y de los tejados de las distintas habitaciones son cristaleras que, unidas a la limpieza y claridad de la decoración, otorgan una amplia luminosidad al interior de la estancia ahorrando bombillas y lámparas. Por ello sólo se pueden abrir unas ventanas específicas, pero compensa el aprovechamiento de las energías naturales tanto al bolsillo de su dueño como al resto del planeta, que tiene un foco menos de contaminación por el que preocuparse.
Es esta casa, una casa de inteligencia medioambiental. Una casa que se autoalimenta diariamente con un batido de calorías ecológicas.