La próxima vez que te reprendan diciéndote que estás en las nubes o que no te andes por las ramas, tienes excusa.
En realidad estás soñando con el Treehotel, una propuesta nacida de la mano y la imaginación de Britta y Kent Lindvall, un matrimonio que se apropió de una parcela de bosque que iba a ser talado en la localidad sueca de Haralds, al norte del país, y que decidió conservarlo convirtiéndolo en un hotel adaptado a las exigencias de la naturaleza.
Descansar en la plenitud de un frondoso bosque a unos cuantos metros sobre el suelo, burlando a la gravedad y a los problemas que permanecen en tierra y que sólo pueden seguirte si es reptando por el tronco de un árbol. Ese era el objetivo que la pareja, dueña del complejo hotelero, perseguía, además de preservar un espacio natural de gran belleza y justificar su existencia a quienes querían talarlo dándole utilidad como motor turístico. El proyecto, que acaba de echar raíces, tiene previsto consolidarse con veinticuatro suites de diferentes tendencias. No obstante, de momento sólo dispone de seis casas colgando de varios árboles de tronco grueso y firme, capacitados para aguantar el peso de la construcción y los inquilinos que desean alojarse unas noches en una vivienda digna de un Tarzán moderno.
La primera suite de nuestra lista es Mirrorcube, una habitación camaleónica de paredes de cristal que reflejan la vegetación que la rodea sumergiendo completamente la estancia en el corazón del bosque. Ideal para aquellos que desean desaparecer entre el enrramaje, como los niños que se perdían en los cuentos de bosques encantados, y que nadie les encuentre.
The Cabin imita el aspecto de una cabina telesférica que se inclina atrevidamente sobre la superficie del río Lula, un suministro de pescado fresco para hombres y animales del bosque, la fuente principal que riega el paisaje y por la que se puede descender por una ruta en kayak una vez pasada la época del deshielo. Ubicada en una zona muy espaciosa que invita a la construcción futura de viviendas vecinas, se accede a ella a través de una pasarela sólidamente amarrada que serpentea entre los pinos como una culebra de madera. Culebra a la que no tienen por qué temer los polluelos que se alojen en The Bird´s Nest, "el Nido", una casa de ventanas microscópicas cuyas paredes recubiertas de ramas picudas y salientes le otorgan el aspecto de un gran erizo encajado en las alturas. O para aquellos que echen de menos sus aventuras infantiles de caballeros medievales y sus combates con espadas de plástico, puede convertirse en una fortaleza rodeada de picas donde guarecerse a salvo de cualquier peligro que aceche en la espesura.
Algo más llamativa, como un brillante cono de tráfico naranja que alerte a los animales y paseantes para sortearla cuando se la crucen, encontramos la vivienda bautizada como Blue Cone, con forma de tipi indio y dimensiones más modestas que las anteriores.
Pero la que promete ser la verdadera atracción hasta el momento es la casa UFO, que imita la forma de un ovni encarcelado entre los troncos y apuesta por una estética más moderna y futurista que sus hermanas, que tampoco pecan de falta de originalidad.
Si eres un amante de la naturaleza y aún no sabes dónde pasar tus vacaciones, toma nota. Nunca es tarde para volver a ser niño y dormir en una Casa del Árbol.