
Con tantas aperturas y notables ejercicios decorativos en cada una de ellas, resulta arriesgado hablar del restaurante más bonito de Barcelona. Pero, sin duda, esa será la sensación del comensal al traspasar las puertas de Rilke, encontrarse con la espectacular coctelería que le recibe, recorrer su comedor y descubrir la terraza interior que, incluso sin ser todavía operativa, da un aire único al lugar.
Un espacio ocupado por el restaurante Beltxenea y que, tras siete años cerrado, vuelve ahora a brillar más que nunca con este proyecto que recupera y mejora la grandeza de sus salones, habilita reservados y un speak-easy que dará mucho juego, e incluso rescata algún plato de la vajilla clásica anterior -y suma el resto, pero que encaja perfectamente con el ambiente general-.
Expertos en rescate
Pero todo este notable esfuerzo estético no serviría de nada si detrás no hay una cocina que sustente este proyecto conjunto de Grupo Kafka y Grupo La Confitería, auténticos expertos en el rescate de locales únicos de Barcelona, como La Confitería o el Muy Buenas, por citar un par.
Por eso alegra comprobar, ya en la mesa con vistas a la fuente del jardín, que tras la carta está Rafa Peña (Gresca) y al mando de los fogones Jaime Tejedor. Abstenerse quienes busquen sorpresas y fuegos de artificio, porque no es este lugar para malabarismos, sino para una cocina tranquila que transita por los clásicos sin florituras innecesarias.
La breve carta -por ahora no hay opción de menú degustación, aunque no se descarta a medio plazo- se resuelve con una docena de en-trantes fríos y calientes, media decena de pescados y otros tantos platos de carne. Suficiente para las primeras visitas, pero tal vez algo corto para los repetidores, si no se apuesta por cierto ritmo de renovación y producto de temporada.
Pero lo importante es que priman los platos notables de impecable ejecución (arroz de pescados de ro- ca, canelón de faisán, pichón asado con salsa de remolacha…), los guisos de cuchara y una relación calidad-precio que debería hacer enrojecer de vergüenza a muchos locales del cercano Paseo de Gracia.
Buena selección de vinos por botellas y algunos por copas y, de nuevo, grata sorpresa al comprobar lo correcto de los precios. Cada sábado -nos cuentan- se descorcha una botella especial de la bien surtida bodega, para poder disfrutar por copas de joyas que rara vez están disponibles en este formato.
Otra buena razón, junto a la coctelería que ocupa la entrada y abre hasta las 3 de la mañana los fines de semana, para tocar el timbre de este restaurante con nombre de poeta.