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Vivir a base de zumo: un riesgo para la salud

Jennifer Aniston, Salma Hayek, Sarah Jessica Parker, Elsa Pataky y Gwyneth Paltrow. Todas ellas son actrices de éxito, guapas y famosas, pero esconden un secreto en común: la dieta del zumo, el descubrimiento de moda en la enciclopedia de los regímenes alimenticios que se basa exclusivamente en la consumición de batidos y zumos de frutas y verduras.

La col, la remolacha, el pepino, las espinacas, el jengibre, la zanahoria y el apio se han coronado ingredientes estrella de un hábito que en apariencia puede ser saludable, pero que esconde tras la máscara un recetario de efectos secundarios que no compensan a la salud. Caída del cabello, envejecimiento prematuro de la piel, la aparición de eccemas o la descomposición de la dentadura, por citar algunos, son las consecuencias de suprimir las proteínas, imprescindibles para la reestructuración diaria del organismo y su correcto funcionamiento.

Así lo ha explicado Natalie Jones, portavoz de la Asociación Británica de Dietética, al advertir que suprimir la ingesta de hidratos de carbonos y péptidos produce mareos, sensación de agotamiento y, en definitiva, te impide afrontar los retos del día a día con las energías necesarias. Tampoco hay que olvidarse del indeseable efecto rebote de las dietas express, que mina aún más la autoestima de quienes lo sufren en carne propia.

Es un mito sacrificar nutrientes esenciales a costa de una piel purificada y unos kilos menos en la báscula. Un mito cancerígeno. El auge que está adquiriendo entre un gran número de celébrities ha hecho saltar las alarmas ante la posibilidad de que esta nueva dieta amenace con coronarse como sustituta de la dieta Dunkan. Y que no sólo se limite a los comedores y cocinas de Hollywood, sino que se extienda por el resto de los hogares y fogones de aquellos fans que idolatran a sus estrellas, que cultivan día a día su cuerpo con el propósito de conseguir el aspecto y las medidas de su admirado ídolo. Que pretenden brillar como ellas olvidando que el verdadero resplandor no reside en las curvas bien moldeadas, en la esbeltez o los vestidos con lentejuelas, sino en la persona que los esconde. Los diamantes no florecen en la superficie, sino que hay que excavar varios kilómetros de tierra para encontrarlos.

El 90-60-90 ha pasado de moda, al igual que los clásicos cánones griegos. No hay que aspirar a la belleza de los demás, a convertirnos en una imitación, cuando lo más valioso es la belleza de ser uno mismo. No hay que confundir la religión de una dieta sana con el obsesivo culto al cuerpo, el padrenuestro que persigue una secta que crece día a día. ¿Hasta dónde estás dispuesto a llegar?

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