Las incidencias por impago del alquiler bajan, pero todavía están en los niveles de la segunda ola
- Los picos más altos de incidencias se produjeron entre abril y mayo
- Expertos advierten de que la tendencia podría cambiar
Lorena Torío
La capacidad de pago de los inquilinos se recupera lentamente después de un año aciago en el que las incidencias por impago en el alquiler alcanzaron cifras nunca vistas.
A cierre de junio, este tipo de comunicaciones representó el 4,4% de todos los contratos monitorizados por el Fichero de Inquilinos Morosos (FIM), frente al 5,8% del año pasado. Aunque las incidencias por impago comenzaron a descender a finales de abril todavía están en niveles similares a los de octubre y noviembre de 2020, cuando estalló la segunda ola del coronavirus.
Por aquel entonces, cientos de inquilinos dejaron de pagar las rentas debido a su situación laboral. Muchos de ellos estaban inmersos en un ERTE o se habían quedado sin trabajo.
Desde el Fichero de Inquilinos morosos explican que la reactivación económica, principalmente en las zonas donde predomina el sector servicios, ha influido positivamente en la evolución de las incidencias de morosidad. Sin embargo, advierten de que la tendencia podría cambiar si la recuperación económica o la situación sanitaria no avanzan según lo previsto.
"Los pronósticos para los próximos meses los tomamos con cierta cautela, ya que los meses de verano posiblemente sean positivos para el sector servicios y con ello las incidencias de morosidad tendrán una tendencia a la baja. Aún así, los propietarios deben tomar todas las precauciones y evaluar el perfil de riesgo de los inquilinos antes de firmar el contrato de arrendamiento", explica Sergio Cardona, director de Estudios y Calidad del FIM.
El experto teme que se repita lo ocurrido el pasado verano. Las incidencias se redujeron, pero volvieron a subir en septiembre con el incremento de la incidencia acumulada de los casos de coronavirus, y la aplicación de restricciones. "Hasta se multiplicaron las faltas de pago en los contratos de arrendamiento", explica.
Desde FIM recuerdan que el hecho de que un propietario comunique que no ha cobrado la renta, no significa que se trate de un impago. En ocasiones son retrasos puntuales en el pago, y es el propietario el que decide si incluye a su inquilino como moroso en el fichero.
El mayor número de incidencias por impago del alquiler de la pandemia se registró entre los meses de marzo-abril y octubre-diciembre, coincidiendo con el confinamiento y las limitaciones de movilidad. En concreto, las incidencias aumentaron un 380% durante el estado de alarma y alcanzaron su máximo histórico en la segunda semana de mayo de 2020, llegando al 12,6%.
Además, y según los datos del FIM, los picos más altos de incidencia a lo largo de este año se han registrado entre los meses de abril y mayo cuando las incidencias superaron el 9% de los contratos monitorizados.
La crisis económica derivada del coronavirus también ha disparado la morosidad del alquiler, aunque todavía no ha alcanzado los niveles de la crisis financiera de 2008.
La negociación ha funcionado
Para aliviar el problema de la morosidad del alquiler, el Ministerio de Transportes y el ICO pusieron marcha a principios de mayo de 2020 una línea de avales de 1.200 millones de euros. El objetivo era que los bancos dieran préstamos a todos los inquilinos que no pudieran hacer frente a los pagos.
Sin embargo, la ayuda del Gobierno tuvo nula repercusión. Los expertos lo achacan a que los inquilinos prefirieron no endeudarse más. En su lugar, buscaron otras vías, como la negociación con los propietarios. Muchos llegaron a acuerdos para reducir, retrasar o condonar las deudas de los alquileres.