Vargas se marcha de Aena ante el bloqueo político a su privatización
- De la Serna aleja su salida de los conflictos de este verano
- Con el sueldo más bajo de los presidentes del Ibex 35
Javier Mesones
Aena anunció ayer la dimisión de su presidente y consejero delegado, José Manuel Vargas, "por motivos personales". Su salida se hará efectiva el próximo 15 de octubre. El gestor aeroportuario comunicará en las próximas semanas su sustituto. El ministro de Fomento, Íñigo de la Serna, valoró el trabajo de Vargas durante los últimos cinco años al frente de Aena y atribuyó su salida, más allá de discrepancias "puntuales", a la petición expresa del primer ejecutivo de la compañía, que a partir de ahora volverá a la empresa privada.
De la Serna y Vargas aclararon en un encuentro con periodistas que la dimisión del presidente de Aena nada tiene que ver con los problemas que ha enfrentado la firma durante el verano en El Prat con los trabajadores de la empresa de seguridad Eulen.
"Sería injusto relacionar esta decisión con el asunto de El Prat", dijo el ministro. Tampoco con la negativa del Gobierno a que el gestor aeroportuario se embarcarse en una contraopa por Abertis, operación promovida por el propio Vargas. De la Serna admitió el sentido económico para Aena, pero enumeró otros problemas para justificarla, incluida la ausencia de interés estratégico para España.
Según explicó De la Serna, el presidente de Aena le comunicó nada más asumir la cartera de Fomento, a finales de 2016, su intención de abandonar la compañía. El ministro le pidió que se mantuviera en el cargo hasta resolver algunas cuestiones pendientes importantes, como la aprobación del Documento de Ordenación Aeroportuaria (DORA) y la resolución de un litigio con un grupo de vecinos por el ruido generado por el Aeropuerto Adolfo Suárez Madrid-Barajas.
Vargas nunca ha escondido las limitaciones que el control público de Aena ejerce sobre la gestión de la compañía -el 51% del capital está en manos del Estado-. Es en ese punto donde mayores dificultades ha encontrado, por ejemplo, para acometer un proceso de internacionalización decidido, como cuando en marzo la Oficina Económica de Moncloa vetó su participación en la privatización de varios aeropuertos en Brasil -o en la operación mencionada de Abertis-. Ayer, en su despedida, lo sacó a relucir. "Sería muy deseable" que hubiera posiciones de "consenso (político)" para "avanzar en la privatización de las compañías". Sobre esto, De la Serna expresó la imposibilidad de ejecutar una venta adicional de acciones de Aena, hasta limitar la participación pública al 40%, debido a la composición del arco parlamentario.
Fue el propio ministro quien, al poco de aterrizar en el Ministerio, abrió la puerta a una venta adicional de hasta el 11%. Sin embargo, apenas unos días después aquel mensaje obtuvo rectificación. La minoría del PP en el Congreso hace inviable esa vía. Ayer, admitió los obstáculos que supone para Aena el control político.
Vargas volvió a reiterar al ministro en junio su deseo de dimitir como primer ejecutivo de Aena. A petición de De la Serna, acordaron aplazarlo hasta después del verano, dados los problemas que vislumbraba que podían ocurrir en julio y agosto -como sucedió-. Conflictos que el ministro insistió en alejar de la salida de Vargas.
De pérdidas a beneficios
Su dimisión, que Aena comunicó ayer a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), se produce, según recalcó el ministro, en un contexto en el que el grupo no enfrenta ningún asunto "muy urgente", más allá de la licitación del Aeropuerto de Corvera, en Murcia -tiene hasta el 31 de octubre para presentar su oferta-. El anuncio se materializó justo el día después de sellar un principio de acuerdo con los sindicatos por el que se anulan 25 días de huelga. Tanto el ministro como Vargas se negaron a detallar los términos del mismo, porque antes ha de ser aprobado por la mesa de la Función Pública.
Bajo el mandato de Vargas, Aena ha alcanzado algunos de los mayores hitos de su historia, con la privatización y salida a bolsa como punta de lanza. Cuando asumió el cargo, en enero de 2012, el gestor de los aeropuertos españoles se hallaba en una situación "muy complicada", recordó ayer el todavía presidente. No en vano, en 2011, las cuentas de la empresa arrojaban unos números rojos de 215 millones. Limitados a 64 millones en 2012, a partir de 2013 Aena regresó a los beneficios (597 millones). En el último ejercicio, esas ganancias se duplicaron hasta los 1.164 millones.
Vargas resaltó el proceso de reestructuración, "bastante singular", que realizó durante 2012, 2013 y 2014 y que culminó con el salto al parqué en febrero de 2015. En estos dos años y medio, las acciones de la compañía prácticamente han triplicado su valor. Un incremento que ha cuestionado la valoración previa que se realizó de la compañía. Ayer, tras conocerse la dimisión de Vargas, la cotización de Aena se hundió hasta protagonizar la segunda mayor del Ibex 35, con un recorte del 2,3%, hasta los 151 euros.
Con este bagaje, Vargas toma rumbo a la empresa privada, donde a buen seguro cobrará más que los 166.000 euros que recibía al año de Aena, el sueldo más bajo de cualquier empresa del Ibex, a pesar de ser la novena firma del selectivo por capitalización, con más de 23.000 millones.