El país más abierto del mundo anuncia el fin de la globalización y anticipa una nueva era peor que la de 1930
- "La era de la globalización basada en reglas y del libre comercio ha terminado"
- Lawrence Wong ve similitudes con los grandes problemas que ocurrieron en 1930...
- ... pero hoy la situación puede ser aún más grave por la mayor interconexión
elEconomista.es
Si hay algún país que entiende de libre comercio y de comercio internacional, ese es Singapur. Este pequeño país es la economía más abierta del mundo (la que presenta una mayor apertura comercial) y depende por completo de las exportaciones e importaciones para seguir creciendo. No solo eso, Singapur se ha convertido en uno de los mayores hubs internacionales de comercio de materias primas gracias su posición estratégica, lo que le ha permitido, a su vez, alcanzar unos niveles de renta per cápita que no tienen parangón en el mundo. Ahora, todo lo anterior se ve amenazado ante la guerra comercial que está en marcha y los aranceles que EEUU ha impuesto a todo el mundo. Tal es la situación que el primer ministro del país y otros políticos de calado han anunciado que la era del libre comercio ha llegado a su fin y que estamos entrando una peligrosa fase que puede ser peor incluso que lo vivido en 1930, tras la Gran Depresión. Hoy el mundo está mucho más interconectado que entonces y la economía de EEUU tiene un mayor peso.
En un momento de creciente proteccionismo y tensiones geopolíticas, la voz de Singapur debe ser escuchada por ser el país que más 'entiende' de comercio internacional. Las exportaciones e importaciones de Singapur más que triplican su economía. Su crecimiento depende sobremanera del comercio internacional. Por ello no es de extrañar que el primer ministro Lawrence Wong y su ministro de Asuntos Exteriores, Vivian Balakrishnan, hayan alertado de forma contundente sobre las consecuencias globales que podría acarrear la política arancelaria impulsada por Estados Unidos bajo la presidencia de Donald Trump. Lejos de tratarse de una preocupación aislada, su mensaje recuerda los sombríos episodios del siglo XX, con un paralelismo inquietante con la década de 1930. El primer ministro ha asegurado en su discurso que "la era de la globalización basada en reglas y del libre comercio ha terminado".
"El anuncio de los aranceles por parte de Estados Unidos confirma una realidad dura: la era de la globalización basada en normas y del libre comercio ha terminado", declaró Lawrence Wong en su discurso ante el Parlamento singapurense. Según publica el Financial Times, el ministro de Exteriores, Vivian Balakrishnan, añadió que "estas medidas han sacudido los pilares fundamentales del sistema comercial mundial hasta la médula". Ambos dirigentes coinciden en que estamos entrando en una etapa "más arbitraria, proteccionista y peligrosa".
Singapur, cuyo comercio exterior triplica su PIB, ve amenazado su modelo económico. Aunque Trump ha impuesto solo un 10% de arancel a las importaciones procedentes del país asiático (de los más bajos en la región), el temor va más allá del impacto directo. "Es una guerra comercial global lo que realmente tememos", asegura Balakrishnan al diario británico. La preocupación se centra en que este conflicto erosione las estructuras multilaterales que han sostenido la economía internacional desde el fin de la Segunda Guerra Mundial.
Durante décadas, Estados Unidos fue el principal promotor del sistema de comercio multilateral. Como recordó Wong, "lideró la construcción del sistema de la Organización Mundial del Comercio (OMC), que permitió que el comercio floreciera, sacó a millones de la pobreza y contribuyó a la fortaleza económica estadounidense". Ahora, sin embargo, el mismo país que lo fundó parece dispuesto a dinamitarlo.
El sistema basado en el principio de nación más favorecida (MFN, por sus siglas en inglés) se tambalea. Este principio exige tratar a todos los socios comerciales por igual, salvo en casos de acuerdos de libre comercio. Pero con sus nuevas tarifas generalizadas y selectivas (algunas de hasta el 50%), Washington rompe ese equilibrio. "Si otros países adoptan este enfoque, el sistema basado en normas se desmoronará", advierte Wong. "Esto supondrá problemas para todos los países, pero especialmente para los pequeños como Singapur, que tienen un poder limitado de negociación bilateral".
Una espiral de represalias
El Gobierno singapurense teme que el escenario actual pueda derivar en una espiral de represalias. Mientras que Singapur no impondrá aranceles de respuesta, China ya ha anunciado medidas similares, y la Unión Europea sopesa sus opciones. "La probabilidad de una guerra comercial global total está creciendo", alertó Wong.
La comparación con los años treinta se impone de forma natural. "El nuevo régimen arancelario estadounidense es una repulsa completa al principio MFN. Abre la puerta a relaciones comerciales país por país, basadas en preferencias unilaterales", denunció Wong. Recordó además el precedente histórico: "Estados Unidos ya impuso aranceles generalizados en 1930 mediante la ley Smoot-Hawley". Muchas naciones respondieron, el comercio global colapsó y se profundizó la Gran Depresión".
Entonces, "muchos países protestaron, y varios respondieron con sus propias restricciones comerciales y aranceles. Esto profundizó y prolongó la Gran Depresión. En cierto modo, los riesgos actuales podrían ser mayores. Los nuevos aranceles estadounidenses, de aprobarse en su totalidad, son más altos que los de la Ley Smoot-Hawley. El comercio representa ahora una parte mucho mayor de la economía estadounidense y mundial en comparación con la década de 1930".
Una nueva era peor que 1930
Con todo, "las cadenas de suministro también están mucho más interconectadas que entonces". Cualquier interrupción en los flujos comerciales actuales tendrá un efecto dominó con consecuencias incalculables para la economía mundial.
El primer ministro subrayó que los efectos ya se están dejando sentir. "Las empresas están congelando proyectos, posponiendo decisiones de inversión, temerosas de quedarse con activos varados en medio de reglas cambiantes", explicó. La incertidumbre ya golpea a la confianza empresarial y al consumo, mientras los mercados financieros encajan fuertes caídas.
Aun así, Singapur no se resigna. "Debemos redoblar nuestros esfuerzos para seguir siendo un nodo clave en los flujos globales y un centro empresarial de confianza", asegura Wong. Frente al viraje estadounidense, el país buscará reforzar sus alianzas en Asia y con otros socios afines, especialmente dentro de la ASEAN. "El resto del mundo no tiene por qué seguir el mismo camino", insistió.
La advertencia de Singapur debería ser escuchada. No solo por ser un país profundamente dependiente del comercio, sino también por su capacidad histórica para anticipar tendencias globales. Si las reglas del juego se destruyen, y el mundo se encamina a un nuevo orden basado en el poder bruto y la desconfianza, todos perderán. Especialmente, aquellos que más han apostado por la cooperación y el crecimiento compartido.
En palabras del propio Wong, "proteger nuestro interés nacional exige unidad, determinación y la voluntad de actuar con audacia cuando sea necesario". Porque, en un mundo más oscuro e incierto, Singapur -el país más abierto del planeta- quiero seguir siendo un faro en medio del mar que ilumine a los buques mercantes y el comercio internacional en general.