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El motivo por el que en verano comemos menos: la ciencia tiene la explicación

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elEconomista.es

El verano es sinónimo de más tiempo libre, lo que conlleva en muchos casos compartir comidas con familiares y allegados. Sin embargo, algunas personas ven una reducción de su apetito, particularmente en el caso de los niños y las personas de la tercera edad. Si no se está tomando ningún tipo de medicación, ni tampoco haya una enfermedad detrás, lo normal es que esto sea causado por las altas temperaturas.

Con la llegada del verano, el cuerpo deja de necesitar más energía para alcanzar una temperatura mayor, de ahí que necesitemos una ingesta calórica menor. Lo contrario ocurre con el resto de estaciones del año, donde la sensación de hambre se incrementa y tengamos una mayor necesidad de alimentos que ayuden a incrementar la temperatura.

Más comidas fuera de casa

Por otra parte, más momentos de ocio conllevan un mayor número de comidas fuera de casa, donde mayoritariamente lo habitual es ingerir alimentos muy calóricos y procesados, provocando una ralentización de los procesos digestivos. Por esta razón, cabe destacar que esta falta de apetito no siempre va ligada a una bajada de peso, puesto que la alimentación que se sigue en los meses de verano no suele ser muy saludable.

Esta falta de apetito se puede combatir con un incremento del consumo de frutas y verduras, las cuales son también muy beneficiosas debido a su alto contenido en agua, imprescindible para evitar la deshidratación. La forma de consumir estos vegetales es muy variada, por ejemplo, en ensaladas, smothies, batidos…

Para las personas de la tercera edad

Igualmente, en el caso de las personas de la tercera edad, los expertos recomiendan ajustar la textura de los alimentos, modificar los horarios de las comidas o introducir estímulos sociales para ayudarles con la pérdida del apetito, según recoge Europa Press.

En el caso de las personas mayores, una reducción del apetito —hiporexia— puede dar lugar a una ingesta insuficiente de nutrientes, llegando incluso a tener un mayor riesgo de desnutrición. Ofrecer platos frescos y ligeros pueden resultar más apetecibles en esta época del año. Una ingesta de menos de la mitad de las raciones habituales durante más de tres días seguidos, así como signos de debilidad, confusión o apatía no deben pasarse por alto.