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El "síndrome del restaurante chino": así reacciona el cerebro ante uno de los mayores adictivos

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elEconomista.es

Salir a comer a restaurantes o bares es una de las actividades más populares entre muchas personas, especialmente para aquellos que sienten una especial devoción por la comida. Uno de los tipos de comida que más gustan es la "comida china", pero, ¿qué se esconde detrás de esto?

Tanto este tipo de restaurantes como otros muchos emplean en sus comidas un aditivo que genera una verdadera adicción. Este es el que se conoce como glutamato monosódico (GMS), umami o quinto sabor, el cual tiene la capacidad de reforzar de forma muy significativa el sabor de los alimentos a los que se le añade. Este está especialmente presente en alimentos procesados como snacks, sopas o conservas.

Los síntomas

El GMS se obtiene a partir de la fermentación de la caña de azúcar o de algunos cereales y es especialmente popular en la cocina asiática. No obstante, ingerir alimentos ricos en este aditivo puede conllevar una serie de síntomas a los que se les denomina "síndrome del restaurante chino".

Este término fue acuñado por el científico Robert Ho Man Kwok a finales de los 70, según el cual se explicaba una serie de patologías que ocurrían tan solo 15 minutos después de haber ingerido uno de estos platos. Entre las primeras sensaciones se encontraba entumecimiento de la nuca, dolor de cabeza, sequedad de la boca, decaimiento, palpitaciones, pesadez en los brazos, molestias en la espalda y enrojecimiento de la cara.

Sin tratamiento

Tras consultar a varios expertos, se llegó a la conclusión de que los síntomas se asemejaban a los de las personas con hipernatremia, un trastorno que conlleva tener un alto contenido en sodio en sangre. La mayoría de los síntomas son leves, por lo que no es necesario ningún tipo de tratamiento, si bien, si se experimentan otras reacciones alérgicas, se recomienda la atención médica urgente.

Algunos estudios sugieren que el GMS influye en la ingesta de alimentos, lo que podría dar lugar a una preferencia de ciertos alimentos sobre otros y a un consumo mayor. Aunque esto no equivale a una adicción química a la de las drogas o el alcohol, sí que puede dar lugar a una mayor ingesta.

Según los expertos, para evitar la ingesta de este aditivo, lo más recomendable es optar en cualquier caso por alternativas naturales para potenciar el sabor de las comidas, como es el caso de las especias o el jugo de limón, entre otros.