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María Zapién, ingeniera de alimentos: "No uses la misma bolsa, está contaminando tu comida"

Tote bag | Canva

elEconomista.es

Las bolsas reutilizables se han convertido en símbolo del consumo responsable. Las usamos para evitar plásticos de un solo uso, reducir residuos y sentirnos un poco más sostenibles. Sin embargo, su uso cotidiano y sin medidas de higiene puede acabar siendo un riesgo para tu salud, según advierte la ingeniera de alimentos Mariana Zapién en uno de sus vídeos más recientes.

"Las bolsas reusables están contaminando tu comida", asegura la profesional. Y no es una exageración. Según explica, muchos de estos productos, aunque ecológicos, pueden convertirse en un auténtico criadero de bacterias peligrosas si no se higienizan adecuadamente.

Tal y como apunta Zapién, las bolsas reutilizables, ya sean de tela o plástico, pueden albergar durante días, incluso semanas, microorganismos como bacterias, levaduras u hongos. Entre ellas, dos de las más preocupantes: Salmonella y Listeria, conocidas por su capacidad para provocar intoxicaciones alimentarias graves.

Esto ocurre porque solemos usar las bolsas para cargar carne cruda, frutas, verduras o alimentos ya cocinados sin distinción, y muchas veces las guardamos sucias o húmedas. En esas condiciones, sobre todo si se quedan olvidadas en el maletero del coche, la proliferación bacteriana se dispara.

El consejo de la experta

Lejos de demonizar el uso de bolsas reutilizables, la ingeniera propone una serie de recomendaciones prácticas para seguir utilizándolas con seguridad:

  • Usa bolsas separadas para carne cruda, frutas y verduras, y alimentos listos para comer.
  • No las mezcles con otros objetos, como zapatos, ropa sucia o materiales del gimnasio.
  • Evita dejarlas en el suelo o superficies sucias antes de cargar alimentos.
  • Lávalas con frecuencia usando agua caliente y detergente, al menos una vez por semana o inmediatamente si ha habido derrames de líquidos o restos de carne.

El consejo de Zapién es claro: si usas tus bolsas a menudo, lávalas al menos una vez por semana. Y si han estado en contacto con líquidos o suciedad, hazlo de inmediato. Es recomendable secarlas completamente antes de guardarlas, para evitar humedad que favorezca la proliferación microbiana.