Salud Bienestar

Cómo afecta el incendio de Tenerife a la salud de los canarios

  • Respirar el humo provoca tos, dificultad para respirar, ardor de ojos, taquicardia o ataques de asma
  • El gobierno de las islas ha reforzado los centros de salud de las zonas afectadas para hacer frente a la demanda
Incendio en Tenerife (Islas Canarias)

Rocío Antolín

Canarias, concretamente Tenerife, vive el peor incendio que han sufrido las islas en los últimos 40 años. Los efectivos trabajan en el terreno para extinguir el fuego que ya lleva activo una semana. Sin embargo, a medida que pasa el tiempo aumentan los riesgos y efectos nocivos para la salud.

El incendio forestal comenzó el pasado 15 de agosto en el monte de Arafo (Tenerife) y fue provocado, según indicó el presidente de Canarias, Fernando Clavijo. A día de hoy, el fuego ha calcinado 14.878 hectáreas y el perímetro es de cerca de 90 kilómetros. Los servicios de emergencias canarias han indicado que existen varios municipios tinerfeños en los que la calidad del aire es muy desfavorable. Entre ellos, se encuentran El Rosario, La Laguna y Santa Cruz de Tenerife. Ante este escenario, las autoridades sanitarias han recomendado evitar salir al exterior, no abrir puertas ni ventanas y hacer uso de la mascarilla FPP2.

Además, la Gerencia de Atención Primaria de Tenerife, adscrita a la Consejería de Sanidad del Gobierno de Canarias, ha reforzado los centros de salud de las zonas afectadas: Los Realejos, La Orotava, Tacoronte y la Zona Básica de Salud de Santa Úrsula, La Matanza y La Victoria de Acentejo. El objetivo es atender la demanda asistencial, según informó el Gobierno de Canarias en un comunicado.

El humo de los incendios forestales está compuesto por una mezcla de gases y partículas pequeñas que son emanados por la vegetación, los materiales de construcción y otros al quemarse, según indica los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC). Cabe destacar que la mayor amenaza para la salud proviene de las partículas finas ya que son microscópicas y puede penetrar de manera profunda en los pulmones.

Puede hacer que cualquier persona enferme, incluso las sanas si hay una cantidad suficiente de humo en el aire. Provoca tos, dificultad para respirar, ardor de ojos, irritación de la garganta, moqueo, dolor de pecho y de cabeza, cansancio, taquicardia y ataques de asma.

Las personas más vulnerables a los incendios forestales son las personas mayores porque son más propensos a padecer enfermedades cardíacas o pulmonares, y los niños y adolescentes debido a que sus sistemas respiratorios todavía están en desarrollo, respiran más aire por kilo de peso corporal que los adultos, hacen más actividades al aire libre y tienen más probabilidades de tener asma.

Este grupo también incluye a las embarazadas ya que pueden existir potenciales efectos para la salud de la mujer y del feto en crecimiento; a las personas con afecciones respiratorias y cardíacas prexistentes porque puede agravarlas, y a los diabéticos debido a que son más propensos a padecer algún tipo de patología del corazón.

Efectos posteriores

Varios estudios asocian los incendios forestales con un aumento de las consultas en los servicios de urgencias por problemas respiratorios. Por ejemplo, una investigación publicada en la revista Respirology indica que la exposición a partículas finas durante un largo periodo de incendios forestales entre 2006 y 2007 en Australia provocó un incremento de las vistas a los servicios de urgencias por casos de asma.

Además, el Grupo Intergubernamental sobre Cambio Climático alerta de que el aumento de incendios supondrá un incremento en los fallecimientos tanto de manera directa por los incendios como indirecta por una peor calidad del aire.

Para reducir los efectos negativos de los incendios, en este caso forestales, en la salud, los expertos recomiendan evitar respirar el humo y consultar a diario la calidad del aire. Además, aconsejan impedir que el humo entre en el interior de las viviendas y otros locales manteniendo las ventanas y puertas cerradas. En caso de utilizar aire acondicionado, hay que cerrar la entrada de aire exterior y mantener el filtro limpio.

De la misma forma, para que la contaminación no aumente dentro de las casas, se aconseja evitar fumar y pasar la aspiradora debido a que estas acciones pueden mover las partículas presentes en el hogar. Las personas con asma u otras patologías respiratorias o cardiovasculares tienen que continuar con la toma habitual de los medicamentos y recurrir a un profesional sanitario si los síntomas empeoran. Cuando no sea posible limitar la exposición al humo, se debe utilizar mascarillas.