Belleza
Anne Hathaway protagoniza la portada de Vogue USA de agosto para despedir a Anna Wintour
- A sus 75 años, Wintour no desaparece de la escena. Al contrario, como confirman fuentes internas de la editorial, se centrará en tareas de supervisión global
- Esta misma semana, Wintour se dejó ver en la Semana de la Alta Costura de París, fiel a su estilo inconfundible: corte de pelo bob, gafas oscuras y un vestido recto con flores bordadas
- De Nicole Kidman a Anna Wintour: desfile de VIPs en la gran final de Wimbledon
Lucas del Barco
La protagonista de El Diablo se Viste de Prada junto a Meryl Streep, trasunto de Anna Wintour, es la portada de la edición norteamericana de Vogue. Eso no es casual. La noticia de la renuncia al cargo de editora de la mítica responsable de la cabecera de moda tiene que ver con esa portada. La salida de Wintour no significa su desaparición del panorama de la moda. Esta misma semana, Wintour se dejó ver en la Semana de la Alta Costura de París, fiel a su estilo inconfundible: corte de pelo bob, gafas oscuras y un vestido recto con flores bordadas, firmado por uno de sus diseñadores fetiche.
Mientras el sector especula sobre quién ocupará su silla en la redacción de Times Square, Wintour sigue liderando desde la sombra. Como decía ella misma en el documental In Vogue: "A veces hay que derribarlo todo y empezar de cero". En su caso, eso parece incluir su propio relevo.
Pero es un momento simbólico para el universo de la moda, y por eso 'Vogue USA' ha elegido a Anne Hathaway como protagonista de su número de agosto, coincidiendo con un cambio histórico en la dirección de la revista. Hathaway, quien inmortalizó en el cine a la joven asistente de una implacable editora de moda en El diablo se viste de Prada (2006), representa para muchos el icono de una generación que descubrió la figura de la editora de moda gracias al personaje de Miranda Priestly, inspirado en la propia Anna Wintour.
La coincidencia no es casual. La elección de Hathaway llega justo después de que el Wall Street Journal anunciase que Anna Wintour, la editora más poderosa de la moda, dejará la dirección de la edición estadounidense de 'Vogue' tras 37 años al frente. No obstante, no se retira del todo: mantendrá un rol estratégico como directora editorial global de Condé Nast, la empresa matriz de la revista.
Una retirada a medias
A sus 75 años, Wintour no desaparece de la escena. Al contrario, como confirman fuentes internas de la editorial, se centrará en tareas de supervisión global, apoyando a los equipos de las distintas ediciones internacionales de Vogue. Su liderazgo se ha caracterizado por anticipar tendencias y por tener un ojo clínico para descubrir y potenciar nuevos talentos, sin dejar de mirar al presente.
La sombra de 'El diablo se viste de Prada'
Desde que Meryl Streep encarnó a Miranda Priestly en El diablo se viste de Prada, el público asoció inevitablemente la imagen de Anna Wintour a una mujer fría, calculadora y despiadada. Sin embargo, quienes han trabajado cerca de ella describen una versión más compleja.
Esa mezcla de discreción y liderazgo silencioso ha sido su sello distintivo durante décadas. Sentada en primera fila de las pasarelas de París, Milán o Nueva York, su sola presencia impone respeto.
Las portadas como espejo de su visión
Para Wintour, las portadas de Vogue son algo más que una elección estética: son una declaración cultural. A lo largo de su carrera, ha sabido combinar iconos tradicionales de la elegancia con figuras emergentes o polémicas, rompiendo barreras dentro del universo editorial. Fue pionera en llevar a la portada a figuras como Madonna en 1989, cuando aún resultaba arriesgado apostar por un icono pop en una revista que hasta entonces glorificaba a Grace Kelly o Audrey Hepburn.
Desde entonces, Wintour ha dado espacio a músicos, actores, políticos y estrellas del deporte, como Kim Kardashian o Jill Biden. Incluso revolucionó la portada de debut en 1988 al presentar un look de pantalones vaqueros combinados con alta costura, un gesto que marcó un antes y un después en la industria.
Además de su trabajo en las revistas, Anna Wintour ha sido responsable de transformar la Gala del MET en el evento de moda más mediático del planeta. Desde que tomó las riendas del evento benéfico en 1995, la gala pasó de ser un acontecimiento elitista a convertirse en un espectáculo global retransmitido por televisión y redes sociales. "Quería que la gala dejara de ser un acto cerrado para las señoras del Upper East Side y se convirtiera en algo que conectara con el público general", explicó la propia Wintour en el documental In Vogue: The 90s.
Uno de los momentos más recordados fue en 1996, cuando logró que la princesa Diana asistiera al MET con un vestido lencero diseñado por John Galliano. Al año siguiente, el homenaje a Gianni Versace, tras su asesinato, consolidó el evento como la gran cita anual de la moda.