Esta es la vitamina que funciona para eliminar la papada de forma natural y en pocos días

La papada o doble mentón, como bien todos sabemos, hace referencia a un cuello con volumen excesivo debajo del mentón y la mandíbula. Este exceso, como refleja el Instituto Rubí en su página web, borra por completo el ángulo normal entre cuello y mandíbula.

La causa más frecuente de la papada es el exceso de grasa submental, la cual se encuentra debajo de la piel y por encima del llamado músculo platisma. En estos casos, la liposucción es un buen tratamiento, ahora bien, en ocasiones los resultados no son los esperados.

Causas

Por lo general, existen varios factores que aumentan las probabilidades de padecer la antiestética papada. Estos son:

• Envejecimiento. Los años pasan factura a nuestra piel. Es decir, los tejidos pierden elasticidad y firmeza, lo que puede desencadenar en un descolgamiento.
• Factores genéticos. Si los miembros de nuestra familia tienen doble barbilla, es probable que cuando alcances su edad, la piel de nuestro rostro se descuelgue.
• Pérdida brusca de peso. Adelgazar muchos kilos en poco tiempo no permite que la piel se adapte a tiempo a las nuevas dimensiones. De ahí que la piel ubicada en el mentón puede quedarse vacía y colgante.

A tener en cuenta

Por suerte, incorporar a nuestra alimentación la vitamina E podría ayudarnos a reducirla de manera considerable y, sobre todo, de forma natural. Se trata de un nutriente que se almacena mucho en el tejido graso y en el hígado y sus propiedades aportan firmeza y elasticidad a la piel.

Esto se consigue a través de la gran cantidad de antioxidantes que aporta al organismo, siendo importantes para combatir el envejecimiento y la oxidación. Ante este panorama conviene señalar que introducir alimentos ricos en vitamina E tendrá efectos directos sobre la papada y se irá reduciendo progresivamente.

Lista completa

¿Y cuáles son? Pues bien, los siguientes:

• Frutos secos: nueces, avellanas o almendras.
• Arroz integral.
• Centeno.
• Semillas de girasol.
• Hortalizas de hojas verde: espinaca o brócoli.
• Té verde.
• Aceites de maíz, soja y de germen de trigo.