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Este es el truco de la OCU para ahorrar hasta un 30 % en el consumo energético de la nevera


    elEconomista.es

    En pleno debate sobre el ahorro energético, conviene saber que el mayor gasto eléctrico de una casa suele proceder de la nevera. Este electrodoméstico, al tener que estar conectado necesariamente las 24 horas de día, es el que más consume de todo el hogar. De hecho, el gasto puede suponer hasta un tercio de la factura mensual, según advierte la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU).

    Aunque existen diversos consejos mediante los cuales se puede ahorrar disminuyendo el consumo energético del frigorífico, como ya hemos contado en alguna ocasión, existe un elemento clave que puede provocar que una nevera consuma hasta un 30 % de energía adicional: la formación de capas de hielo en el interior del electrodoméstico.

    "Al haber hielo amontonado, el motor se verá obligado a trabajar más, gastará más energía y la vida útil de tu electrodoméstico se verá reducida", explican desde OCU.

    Por esta razón, conviene revisar cada cierto tiempo si hay presencia de hielo en las paredes y, si es así, descongelarlo. Y lo mismo sucede con otros aparatos similares, como el congelador. Para hacerlo, desde OCU detallan cómo se debe realizar esta operación sin poner en riesgo ni el electrodoméstico ni los alimentos que guardamos en él.

    Cómo descongelar la nevera

    Antes de nada, es recomendable comprobar si la nevera o el congelador poseen un sistema no frost (sin escarcha), mediante el cual el electrodoméstico funciona con un flujo de aire interno para no crear capas de hielo. Si nuestro electrodoméstico no posee esta función, es probable que cada cierto tiempo genere hielo.

    Una vez comprobado, se deben retirar todos los alimentos que contenga el aparato. En este sentido, es recomendable hacer coincidir esta operación con algún momento en el que haya espacio de sobra en el congelador, con el objetivo de que los alimentos no se estropeen. Por ello, la antesala a las vacaciones puede ser un momento ideal.

    Después, llega la hora de desconectar el aparato, retirar todos los cajones y estantes. "Si están pegados, no los fuerces y espera a que el hielo se derrita", aconseja OCU. Hecho esto, es aconsejable colocar paños o papel absorbente alrededor del aparato para prevenir posibles derrames de agua.

    Mientras el aparato se descongela, puede ser buen momento para limpiar los cajones y las estanterías. "Si tu aparato dispone de algún tipo de desagüe del agua descongelada, es el momento de usarlo", señala la organización. Y una vez descongelado, conviene limpiar el interior del aparato bien con agua jabonosa bien con agua con unas gotas de vinagre.

    Una vez limpio, toca secarlo todo con trapos secos, incluyendo los cajones y los estantes.

    Hecho esto, se puede volver a conectar el electrodoméstico. "No introduzcas de forma inmediata la comida congelada que habías sacado. Espera un tiempo a que la temperatura baje, unos 15 minutos debería ser suficiente", señala OCU.

    Cómo evitar la formación de hielo

    Para retrasar lo máximo posible la nueva formación de hielo, existe una serie de recomendaciones con las que podemos retrasar su aparición. Entre ellas, está la de abrir y cerrar pocas veces la puerta. "Cuanto más aire del exterior entre, será más probable que la humedad llegue a las paredes, se condense y se forme hielo", explica la organización. Del mismo modo, es conveniente asegurarse de que la puerta queda correctamente cerrada.

    La temperatura de la nevera no debe estar muy fría (con 5ºC es suficiente). Tampoco se deben introducir dentro alimentos muy calientes, ya que la evaporación de los líquidos por el calor puede crear más hielo.

    El aire debe circular por la parte trasera del electrodoméstico. Por lo tanto, es necesario no pegarlo del todo a la pared, para que el motor cuente con suficiente ventilación para funcionar de forma correcta. También es conveniente quitar el polvo de la parte trasera del frigorífico. Del mismo modo, no es aconsejable instalarlo cerca de fuentes de calor, como un horno, un radiador o un lugar soleado.