Política

Juicio del procés: tras un día de feria, que las partes hagan su cometido

    El presidente de la Sala de lo Penal del Tribunal Supremo, Manuel Marchena. Foto: EFE

    Xavier Gil Pecharromán

    Llegó el momento de la verdad para la Justicia española. Ayer comenzó el juicio más mediático desde el inicio de la democracia. Los alrededores de la Plaza de la Villa parecían una feria, que nadie quería perderse y en el interior del Tribunal Supremo hubo momentos de tensión entre familiares de los procesados y algunos de los asistentes al juicio.

    Este ambiente tan poco proclive para desarrollar un juicio es de esperar que vaya relajándose y que deje paso al desarrollo de un procedimiento con todas las garantías, tal y como debe suceder en un Estado de Derecho.

    Ayer se trataba de que las defensas expusiesen posibles vulneraciones de los derechos fundamentales. Dentro y fuera de la sala, tanto los defensores como los políticos en general trataron de enviar sus mensajes unos a favor y otros encontra de las acusaciones presentadas contra los doce líderes del procés.

    No cuesta darse cuenta de que muchos de los mensajes trataban de calar en el ámbito internacional, marco en el que la Generalitat ha tratado de jugar sus cartas desde el inicio del procedimiento que acabó con la declaración de independencia de Cataluña en el Parlament y su inmediata anulación.

    También, Puigdemont intentó jugar sus cartas desde su exilio dorado en Bélgica, tratando de llevar el mensaje de su legitimidad, que por cierto ayer recibió un nuevo varapalo del Tribunal Constitucional, que estimó por unanimidad el recurso del Gobierno contra las resoluciones del Parlament que proponían a Puigdemont como candidato a la Presidencia de la Generalitat.

    Por otra parte, los integrantes de los CDR volvieron a hacer lo que saben, cortar carreteras y levantar barricadas, siguiendo las consignas de Quim Torra, que les anima.

    En definitiva, que el juicio ha comenzado, que los acusados se juegan muchos años de cárcel y que se va a mantener un pulso sobre el prestigio del sistema de Justicia español.

    Esperemos que las aguas se tranquilicen y que las defensas puedan hacer su trabajo, al igual que la Fiscalía y los jueces y, finalmente, se haga Justicia sin apellidos de ningún tipo.