Política

Las tres patas del Ejecutivo: así se sostiene el poder de Pedro Sánchez

  • Única coalición de izquierdas de toda Europa, el presidente depende de Puigdemont y Junqueras
En la imagen, José Luis Ábalos, Pedro Sánchez y Pablo Iglesias.

Carmen Obregón

El nuevo Ejecutivo de Pedro Sánchez ha sido el primer Gobierno de coalición de la historia reciente de España. Esa cualidad le confiere un rasgo especial y diferenciador respecto al resto de gobiernos, estrenándose en una tradición muy europea sostenida en pactos de lo más variopinto.

Pero hasta en esto nuestro país ha sido aun más 'original' customizando una jefatura inédita, sujetada en tres patas, dos de la cuales son extragubernamentales, y que no son otras que el poder que ejercen Carles Puigdemont desde Waterloo (Bélgica) y, Oriol Junqueras, desde la cárcel catalana de Lledoners.

El único de izquierdas

En la actualidad, de los 27 países que conforman la Unión, 21 de ellos son gobiernos fruto de diversas coaliciones, y solo en ocho ejerce el poder un único partido -es el caso de Chipre, Dinamarca, Grecia, Malta, Portugal y Rumanía-. Alemania, es por otra parte, el único miembro de la Unión que mantiene un gobierno de gran coalición -es decir, de los dos principales partidos hegemónicos-. Mientras, en otros seis países se rigen por gobiernos de centro, en nueve por administraciones de centro-derecha, en siete por ejecutivos de centro-izquierda, en tres por formaciones de derecha, y solo uno por formaciones políticas estrictamente de izquierdas. Es el caso de España, con el Partido Socialista, Unidas Podemos e Izquierda Unida.

La solitaria presidencia de España, frente al resto de miembros de la Unión, no se lo atribuye el hecho de ser el única autoridad netamente de izquierdas de los 27. La disimilitud viene porque, siendo un ejecutivo coaligado, como la gran mayoría, el de España tiene tres patas, una oficial -con tres partidos- y dos extragubernamentales.

Plásticamente podría decirse que es como el triángulo de la masonería, al más puro estilo del Gran Oriente de Francia, y en cuyo interior de la figura geométrica se halla el ojo que todo lo ve, y donde bien podría encontrarse Iván Redondo, el vicepresidente in pectore de Pedro Sánchez, regado de múltiples funciones para controlar prácticamente todas las áreas de Gobierno.

Dejando a Puigdemont y a Junqueras, cada uno de ellos en los vértices inferiores del triángulo, en el superior se encuentran varias cabezas. No se trata de un Gobierno sencillo. El poder lo ejercen desde Nadia Calviño, José Luis Ábalos -el sector moderado-, a Carmen Calvo, María Jesús Montero- el ala más izquierdista- y, también Pablo Iglesias, importante colaborador y enlace con los centros de poder extragubernamentales que dieron lugar a una declaración de independencia de Cataluña, el 7 de septiembre de 2017.

Así pues, no todas, pero sí las más importantes decisiones políticas pasan por este triángulo que de no funcionar podría complicar la supervivencia del líder socialista. Tal es la dependencia de la figura geométrica o curiosa estructura gubernamental, que ahora, para aprobar los Presupuestos Generales del Estado de 2020 -en el caso de que finalmente se aprueben, si es que estratégicamente le interesa al Ejecutivo de Pedro Sánchez-, necesita volver a pasar por el circuito triangular para recibir el permiso de los otros dos vértices.

A saber. Y esto se ha podido comprobar esta semana. ERC ha instado a Quim Torra a que concluya cuanto antes la legislatura en Cataluña, y a que convoque elecciones, a ser posible antes del verano, porque, de no ser así, las cuentas de aprobación de los Presupuestos Generales del Estado de 2020, se convierten en un difícil ejercicio para los de Esquerra.

El precio de los Presupuestos

Junqueras y su partido no pueden presentarse a unas elecciones en Cataluña habiendo aprobado antes las Cuentas de Sánchez. De ahí que el triángulo pida estar bien engrasado. Y también que, si Puigdemont y Torra alargan su presión hacia el verano o más allá del verano, el Gobierno decida no aprobar los Presupuestos para que ERC, su principal valedor, no se desgaste en unas elecciones autonómicas que a él le interesa que ganen en Cataluña.

Pero el poder algo más que metafísico del triángulo no se queda ahí. El cambio que el Gobierno anticipa con una reforma del Código Penal que beneficie a los presos políticos por el procés, es otro ejemplo de cómo el Ejecutivo de Sánchez está condicionado al equilibrio triangular.

La mesa del diálogo, además de una exigencia al Gobierno 'progresista', es una mesa en la que los dos partidos hegemónicos catalanes se juegan el poder. Los jugadores pueden ir de farol, pero lo justo, porque, de no avanzar la petición de un marco jurídico, el vértice en el que se encuentra Puigdemont y Torra tirará para arrastrar del de Junqueras, en una mesa de difícil estabilidad, también para el Gobierno.