Opinión

Europa necesita una transición del automóvil realista y pragmática


Marta Blázquez Moreno

El pasado 27 de agosto, ACEA y CLEPA, las principales asociaciones europeas de fabricantes y proveedores de automoción, enviaron una carta conjunta a la presidenta de la Comisión Europea alertando de que Europa corre el riesgo de "perder el giro" en la transición hacia la movilidad descarbonizada. Su mensaje es claro: sin un enfoque más pragmático, flexible y ajustado a la realidad económica, social e industrial, el continente no alcanzará sus objetivos de sostenibilidad y pondrá en riesgo su competitividad.

Como presidenta de Faconauto, la patronal que representa a los concesionarios en España, recibo esta carta con un doble sentimiento: preocupación por la urgencia que reflejan sus palabras, pero también satisfacción, porque constata que el diagnóstico que llevamos tiempo defendiendo desde la red de concesionarios españoles ha sido acertado y se anticipó a lo que hoy piden fabricantes y proveedores europeos: realismo, neutralidad tecnológica, apoyo decidido a la demanda y protección del empleo.

Hasta ahora, la política europea se ha centrado en regular la oferta de vehículos nuevos, fijando plazos muy exigentes para la reducción de emisiones. Sin embargo, ha dejado en segundo plano a los consumidores, la infraestructura de recarga, el precio de la energía o la renovación del parque. El resultado es que la cuota de mercado de los eléctricos puros se mantiene en torno al 15%, mientras que la mayoría de los ciudadanos continúa optando por tecnologías más asequibles y adaptadas a su día a día.

Al mismo tiempo, Europa depende en exceso del exterior para asegurar el suministro de baterías y materias primas, lo que debilita su autonomía estratégica. A ello se suma la pérdida de peso industrial: en los últimos diez años la producción europea de automóviles ha caído en torno a un 22%, mientras que China ha aumentado la suya un 30%, consolidando una ventaja competitiva que hoy se traduce en mayor presión sobre nuestras fábricas y mercados. Todo ello se ve agravado por unos costes de producción –desde la energía hasta la financiación– que siguen restando competitividad frente a otras regiones del mundo.

Los concesionarios llevamos tiempo alertando de esta descompensación. La electrificación debe ser protagonista, pero no exclusiva. Apostar por un único camino es arriesgado e injusto para millones de consumidores. La neutralidad tecnológica es la única garantía de que la transición se adapte a las distintas realidades de cada mercado y usuario. Además, insistimos en que la transición no despegará sin un fuerte apoyo a la demanda.

Los planes de renovación del parque que han puesto en marcha varias comunidades autónomas en nuestro país nacieron precisamente con ese propósito: acelerar la descarbonización del parque, facilitar la sustitución de coches antiguos por modelos más limpios y seguros y, al mismo tiempo, dinamizar la economía y el empleo. El empleo y la competitividad también deben estar en el centro de esta agenda. La red de concesionarios en España sostiene 150.000 empleos directos, la mayoría indefinidos, y aporta un 3% al PIB. No podemos permitir que una transición mal diseñada debilite este activo industrial y social. Y tampoco podemos seguir atrapados en una maraña burocrática que ralentiza tanto a empresas como a ciudadanos. Europa necesita simplificar esa burocracia y ofrecer marcos regulatorios más claros y estables.

Un capítulo aparte merece el transporte pesado. Los vehículos industriales afrontan objetivos inviables con la regulación actual. La descarbonización de este segmento requiere medidas específicas, que tengan en cuenta la rentabilidad de los transportistas y la competitividad de las empresas. Si no se aborda este desafío de forma diferenciada y sin descartar tecnologías, incluyendo los biocombustibles, el riesgo es condenar a un sector esencial para la economía europea a la ineficiencia y la pérdida de competitividad.

La carta de ACEA y CLEPA recuerda que cumplir los objetivos de CO2 fijados para 2035, en las condiciones actuales, no es realista, y compartimos esa visión. Si no se recalibran las metas, la transición corre el riesgo de romperse. Europa necesita un plan integral que combine sostenibilidad, competitividad y cohesión social, diseñado desde el pragmatismo y no desde el idealismo. Este es precisamente el mensaje que Faconauto lleva más de un año trasladando a las instituciones españolas y europeas.

Europa está a tiempo de corregir el rumbo. El próximo 12 de septiembre, la Comisión Europea celebrará en Bruselas el "Diálogo Estratégico del Futuro de la Industria del Automóvil". Esta cita se presenta casi como la última oportunidad para que Europa escuche a la industria y diseñe un plan equilibrado. Si la UE logra dar ese paso, la transición podrá ser más justa, viable y convertirse en una auténtica palanca de competitividad y liderazgo global.

Los concesionarios estamos preparados para acompañar este proceso. Somos la cara visible del sector ante millones de ciudadanos. Conocemos sus dudas, sus expectativas y sus necesidades. Y sabemos que, si queremos que la transición sea aceptada socialmente, debe construirse con ellos y para ellos. Esa ha sido siempre nuestra reivindicación. Y hoy, más que nunca, es el camino que Europa debe seguir.