Opinión
Irán, el porqué de un ataque en vez de un acuerdo
- Israel e Irán intercambiaron ataques en 2024, sin que llegara a estallar una guerra
- Irán se prepara para lo peor: los satélites detectan un enorme 'chorro' de petróleo que sale a toda velocidad del país persa
Jorge Cachinero
Estados Unidos (EE. UU.) e Irán sostuvieron cinco rondas de negociaciones a través de intermediarios en Mascate y en Roma desde abril de 2025 para encontrar una solución a los riesgos asociados a la continuación del programa nuclear iraní. El ataque de Israel contra instalaciones del proyecto nuclear, el sistema de defensa aérea y de misiles y responsables máximos de las Fuerzas Armadas de Irán y la respuesta de Teherán hicieron imposible la sexta reunión, que estaba programada para el 15 de junio de 2025.
Las razones que empujaron a retomar el contacto entre Washington y Teherán eran varias.
Irán sufre problemas económicos y sociales graves y un clima creciente de desafección de la población desde que el presidente estadounidense, Donald J. Trump (DJT), volvió a imponer sanciones a Teherán al abandonar en mayo de 2018 el acuerdo nuclear de 2015.
Asimismo, el presidente actual de Irán, Masoud Pezeshkian, fue elegido en julio de 2024 con una plataforma favorable al acercamiento a Occidente y a la búsqueda de un acuerdo nuclear nuevo.
Esta visión contaba con el consenso de la clase política dirigente en Teherán, que deseaba acabar con el régimen de sanciones que Irán padece.
Irán recibió el impacto en 2024 del debilitamiento de algunos de los grupos regionales terroristas que Teherán financia para proyectar su influencia en el Oriente Próximo y para cercar a Israel, como son los casos de Hizbulá, en el Líbano, o de Hamás, en Gaza.
Israel e Irán intercambiaron ataques limitados en 2024, sin que llegara a estallar una guerra abierta entre ellos.
Los incentivos para que Irán reiniciara las negociaciones con EE. UU. eran poderosos.
El enfoque estratégico de EE. UU. cambió con la vuelta de DJT a la presidencia de EE. UU.
DJT identificó que existía una oportunidad táctica para alcanzar un acuerdo con Irán y evitar el tener que acabar con el programa nuclear de Teherán por medio de una intervención militar.
El objetivo de DJT era paralizar completamente el proceso de enriquecimiento de uranio de Teherán, aunque el abandono de dicho enriquecimiento en su totalidad constituía una línea roja para el gobierno de Irán, que no quería traspasar.
El líder supremo iraní, Jamenei, defendía seguir enriqueciendo uranio con fines pacíficos y rechazó las exigencias estadounidenses de renunciar a él, ya que era esencial para cubrir las necesidades energéticas de su país y suponía una cuestión de soberanía nacional.
Este era el nudo gordiano ante el que se encontraron a mitad de junio las conversaciones de EE. UU. con Irán y los intereses existenciales de Israel.
Las alternativas a aquel atasco diplomático se están experimentando de forma trágica en estos momentos, en lo que podría ser el anticipo de un escenario dramático.
El fracaso de las negociaciones entre EE. UU. e Irán fue el incentivo para que Israel golpeara las instalaciones iraníes de su programa nuclear con la colaboración estadounidense para acabar con esa amenaza existencial para Jerusalén durante muchos años.
La incapacidad de llegar a un acuerdo terminó con las expectativas de DJT para consagrase mundialmente como un artífice de la paz e impidió la reentrada de las compañías estadounidenses en el mercado iraní, si las sanciones a Irán se hubieran suspendido.
Irán había trasladado a EE. UU. que estaba dispuesta a reducir los niveles de enriquecimiento del uranio que procesa como concesión para que se hubiera abandonado ese callejón sin salida, a cambio de un levantamiento parcial de las sanciones que Teherán venía sufriendo.
Asimismo, Irán había propuesto trasladar todo el uranio enriquecido por encima del grado militar a Rusia para su custodia, paralizar sus centrifugadoras y permitir que los verificadores de la Organización Internacional de la Energía Atómica realizaran inspecciones rigurosas.
Sin embargo, el enviado especial de DJT para el Oriente Próximo, Steve Witkoff, comunicó que Irán debía deshacerse completamente de cualquier uranio enriquecido que obrara en su poder porque la reducción parcial de sus estocajes no era aceptable.
Irán se equivocó al creer que su seguridad nacional estaría garantizada con la amenaza del desarrollo de algunas cabezas nucleares y que el riesgo de un ataque devastador contra su territorio sería disuadido con su posesión.
Al final, sucedió, más bien, todo lo contrario.
Nadie en el Oriente Próximo, con Arabia Saudí y muchos países árabes a la cabeza, desea que Irán se convirtiera en una potencia nuclear.