Opinión

Oportunidades para la creciente vulnerabilidad de la España rural

  • Las mujeres, especialmente aquellas que han realizado trabajos de cuidados no remunerados, enfrentan altas tasas de desempleo y exclusión del mercado laboral
Casa ubicada próxima a una carretera dentro de un territorio rural del País Vasco

Lola Moya
Madrid,

El entorno rural español representa el 84% del territorio nacional, pero alberga solo al 16% de la población. Hablamos de 8 millones de españoles que viven en una creciente vulnerabilidad por una combinación de factores estructurales, demográficos y sociales que limitan su acceso a derechos y oportunidades. En concreto, estas vulnerabilidades, que afectan también al resto de ciudadanos europeos que habitan en el entorno rural, se concentran en los dos siguientes aspectos:

1. Desempleo y falta de oportunidades formativas

En muchas zonas rurales, especialmente en municipios con menos de 30.000 habitantes, las oportunidades laborales son escasas y dependen de sectores como la agricultura y la ganadería. Las mujeres, especialmente aquellas que han realizado trabajos de cuidados no remunerados, enfrentan altas tasas de desempleo y exclusión del mercado laboral. Además, la oferta formativa es limitada, lo que impide la adquisición de nuevas competencias y frena el desarrollo económico local. A lo que se suma que en muchas zonas rurales aún tienen conectividad limitada o inestable, lo que impide el acceso a formación online, teletrabajo o servicios digitales.

2. Carencias en servicios sociosanitarios y cuidados de larga duración

El envejecimiento de la población rural agrava la necesidad de servicios sociosanitarios. Muchas personas mayores viven en localidades donde el acceso a atención médica básica o especializada es limitado. Además, los cuidados de larga duración, esenciales para personas con enfermedades crónicas o dependencia, son insuficientes o inexistentes fuera de los grandes núcleos urbanos. En este contexto, las entidades del tercer sector y de la economía social son actores fundamentales en la revitalización del entorno rural. Estas organizaciones no solo cubren vacíos donde la administración no llega, sino que también innovan en modelos de atención y desarrollo económico, demostrando que es posible generar impacto social y económico desde lo local.

Así, los fondos europeos adquieren especial relevancia en este entorno. En concreto, el Fondo Social Europeo Plus (FSE+), que constituye uno de los principales mecanismos de cohesión entre personas y territorios, representan una herramienta estratégica para abordar los desafíos estructurales y reducir las desigualdades. En concreto el Programa de Inclusión Social Garantía Infantil y lucha contra la pobreza, que se lleva a cabo para el periodo de programación 2021 – 2027.

Y es dentro de ese programa donde se enmarca la convocatoria de Ayudas +Rural 2025 de Fundación MAPFRE, dotada con 18 millones de euros a proyectos desarrollados principalmente por entidades del tercer sector y de la economía social, que fomenten la inserción sociolaboral, la mejora del acceso a servicios sociosanitarios y los cuidados de larga duración, y a promover la formación en cuidados en municipios de menos de 30.000 habitantes.

El objetivo es generar oportunidades que permitan mejorar la calidad de vida de las personas que viven en este entorno y promover el arraigo y, aunque iniciativas como estas suponen un paso adelante, no es suficiente. Es necesario que las administraciones y el sector privado se involucren con el mundo rural y poner en valor las enormes oportunidades que el entorno rural nos ofrece. Solo trabajando de forma coordinada garantizaremos la sostenibilidad de nuestros pueblos.