La construcción se moderniza: digitalizar o estancarse
- Digitalizar es mucho más que incorporar software de diseño o drones en las obras
- Digitalizar significa planificar mejor, ser más ágiles, ajustar necesidades, minimizar las rectificaciones en obra y, por tanto, construir de forma más sostenible tanto a nivel ambiental como económico
- Digitalizar significa planificar mejor, ser más ágiles, ajustar necesidades, minimizar las rectificaciones en obra y, por tanto, construir de forma más sostenible tanto a nivel ambiental como económico
Álvaro Vega
Madrid,
Durante décadas, el sector de la construcción ha sido percibido como uno de los más tradicionales, con dinámicas rígidas, procesos fragmentados y una resistencia al cambio que parecía casi estructural. Sin embargo, en los últimos años, una transformación silenciosa pero firme ha comenzado a abrirse paso: la digitalización. Esta revolución tecnológica no es solo una tendencia pasajera; es la respuesta estructural a los principales retos que enfrenta hoy la construcción: sobrecostes, plazos incumplidos, impacto ambiental y baja productividad.
Digitalizar es mucho más que incorporar software de diseño o drones en las obras. Es repensar la manera en que planificamos, construimos y gestionamos el entorno edificado. Herramientas como la gestión digital de la comunicación o de informes, el modelado 3D, la simulación virtual o los controles de calidad y seguridad han dado un giro radical a la etapa de planificación. Hoy es posible prever riesgos, visualizar cada fase del proyecto antes de poner un ladrillo y tomar decisiones informadas gracias a datos precisos y actualizados.
Además, los programas de diseño asistido por ordenador (CAD) y la metodología BIM (Building Information Modeling) no solo aumentan la eficiencia, sino que transforman la colaboración entre actores. Arquitectos, ingenieros, constructores y promotores pueden trabajar de forma centralizada, con una visión común y compartida del proyecto, minimizando los errores de interpretación y coordinación que, hasta ahora, se asumían como inevitables y que provocaban un aumento significativo de los costes debido a las rectificaciones en obra.
Uno de los puntos más sensibles del sector (la seguridad laboral) también encuentra en la digitalización un gran aliado. La utilización de drones para inspecciones en altura, sensores que monitorizan condiciones peligrosas en tiempo real o simulaciones en realidad virtual son algunos ejemplos del impacto tangible que ya está teniendo la tecnología en la prevención de accidentes. A ello se suma el creciente interés por la construcción off-site, una metodología que, gracias al entorno digital, permite fabricar componentes en entornos controlados, reduciendo drásticamente la siniestralidad y los imprevistos en obra.
Otro beneficio clave es la optimización de recursos. El uso de las plataformas digitales permite recoger datos muy valiosos para las empresas y utilizarlos a través del Big Data y analítica avanzada para medir y controlar en tiempo real materiales, plazos y presupuestos. Ya no hablamos de estimaciones, sino de precisión. Esto permite una drástica reducción del desperdicio: se calcula que hasta un 35% de los materiales en la construcción tradicional se desperdician. Digitalizar significa planificar mejor, ser más ágiles, ajustar necesidades, minimizar las rectificaciones en obra y, por tanto, construir de forma más sostenible tanto a nivel ambiental como económico.
Y es que la sostenibilidad ya no es una opción, sino una obligación. El sector de la construcción es responsable de un alto porcentaje de las emisiones globales y del consumo de recursos. La digitalización, al aportar previsión, control y eficiencia, es una vía directa hacia una edificación más responsable, capaz de cumplir con los compromisos medioambientales y con los estándares que la sociedad exige hoy.
No obstante, este camino no está exento de obstáculos. Uno de los más importantes es la falta de formación digital en muchos perfiles profesionales. La mano de obra cualificada, acostumbrada a métodos tradicionales, puede sentirse desplazada por la irrupción de nuevas herramientas. Pero más que un reemplazo, la tecnología debe ser vista como una extensión de las capacidades humanas, como una herramienta que potencia el trabajo, no que lo elimina. Invertir en formación y en una transición justa es fundamental para que nadie se quede atrás.
Otro reto es el económico. Adoptar nuevas tecnologías requiere de una inversión inicial. Sin embargo, esta inversión debe entenderse como lo que realmente es: una apuesta de futuro que genera retornos sostenibles, tanto en términos de rentabilidad como de competitividad. Por ello, el proceso de digitalización del sector de la construcción ya no es una opción. Es una necesidad urgente.
No se trata de preguntarse si hay que digitalizar, sino de cómo hacerlo, con qué hoja de ruta, con qué actores y bajo qué marco de colaboración. La tecnología ya está disponible y es necesario contar con partners que aporten voluntad, visión y una estrategia compartida. Así, debemos ver que la digitalización puede convertir a la construcción en un sector más eficiente, seguro, competitivo y sostenible. Pero para ello, debemos estar dispuestos a abandonar inercias, a aprender nuevos lenguajes y a abrazar la innovación como parte del ADN del sector. El futuro de la construcción es digital. Y cuanto antes lo asumamos, más rápido construiremos el futuro.