Compensación a víctimas en tragedias: diseñar programas humanos y eficientes
Diego Faleck, Paco Gimenez-Salinas
Las tragedias son una parte inevitable de la vida humana. Ya sean causadas por las fuerzas de la naturaleza, el calentamiento global, la negligencia de las empresas o los errores humanos de ingeniería, los desastres y tragedias nos obligan a cuestionar nuestras prácticas y formas de hacer. Debemos aprender de las experiencias, identificar las causas, mejorar las formas de prevención y crear respuestas más efectivas para brindar alivio a las víctimas.
"El retraso en la justicia no es justicia, sino una manifiesta injusticia", escribió Ruy Barbosa de Oliveira (1849-1923), tal vez el jurista y estadista más destacado en la historia de Brasil. A nivel mundial, el proceso de proporcionar compensación y alivio a los beneficiarios de víctimas de desastres masivos suele parecerse a una larga y dolorosa cruzada. Las demandas para obtener compensaciones de este tipo pueden durar años y acarrear costos emocionales y financieros, incluso en las jurisdicciones más desarrolladas. Un objetivo prioritario debe ser el evitar litigios y para ello crear algún tipo de programa de compensación amigable, donde las partes puedan ser escuchadas - también en lo que no son estrictamente cuestiones de dinero -, su información y documentación analizadas, y los pagos realizados de manera eficiente.
No es fácil compensar a las víctimas en casos de desastres masivos. El enfoque estándar o por defecto es el de la negociación directa entre víctimas y pagadores, que simplemente pone frente a frente a las partes, a los abogados y peritos. Este sistema puede ser incapaz de evitar una cantidad no deseada de casos judiciales. Las múltiples experiencias muestran que los principales obstáculos que socavan el éxito de estos sistemas de compensación via negociación directa, incluyen: (i) emociones intensas de las víctimas y sus familias, tales como ira, sufrimiento y búsqueda de culpable; (ii) desconfianza en que el pagado no intente pagar menos de lo que corresponda; (iii) temor a recibir ofertas oportunistas; (iv) expectativas no realistas acerca de las cantidades a obtener via acuerdos; y (v) dificultades en recopilar y analizar información, tanto en los procesos empresariales directamente afectados por el desastre como en las economías afectadas de forma indirecta, lo que puede dificultar la prueba de los daños.
Existen muchos ejemplos de casos en los que se aplicaron estrategias cuidadosamente reflexionadas, pero quizá uno de los más famosos fue el Fondo de Compensación del 11 de septiembre de 2001, diseñado para las víctimas del terrible ataque terrorista en los Estados Unidos. Poco después del ataque, el Congreso de los Estados Unidos aprobó un proyecto de ley y nombró a Kenneth Feinberg como Administrador Especial para dirigir la estrategia de compensación a las víctimas, financiada por el gobierno como un rescate para las industrias de aerolíneas y seguros. Este caso puso de relieve algunas de las aspectos críticos que debe considerar una estrategia de compensación. El esfuerzo de Feinberg fue construir un sistema de indemnización en el que las personas pudieran confiar y que ofreciera no solo una compensación justa y equitativa sino que además pudiera ser percibida como tal por sus beneficiarios. El objetivo era evitar en todo lo posible la judicialización de los casos, como forma de evitar una re-victimizacion de los afectados al alargarse y incrementar los costes de su proceso. El programa debía ser y fue totalmente opcional, como no podia ser de otra manera. Esto implicaba que, para ser utilizado y tener éxito, tenía que proporcionar a las personas afectadas una compensación que consideraran adecuada en comparación con lo que un tribunal podría otorgar. El fondo distribuyó aproximadamente 9.000 millones de dólares a más de 7.000 víctimas beneficiarias por causa del evento terrorista.
Muchos otros casos han seguido, cada uno con sus propias complejidades derivadas de diferentes contextos. Por ejemplo, los incendios en California involucran una multiplicidad intrincada de proveedores de seguros y fondos de donadores. Cuando estos casos se organizan o agrupan para implementar compensaciones, normalmente se designa un Administrador Especial ya sea por ley, por un tribunal o por los convocantes del programa, quien manejará la distribución de los recursos.
Brasil es una jurisdicción donde el diseño de sistemas de compensación para las víctimas se desarrolló notablemente, comenzando en 2007 con accidentes aéreos, y luego con grandes casos de rotura de represas: el caso Mariana, que involucró a más de 500.000 reclamantes, el caso de la ruptura de la represa Brumadinho y un gran caso de hundimiento de tierras que afecto a 17.000 hogares en el noreste del país. La experiencia en Brasil se centra más en el uso de mediación/facilitación y el entendimiento directo entre las entre las partes, en lugar de utilizar un Administrador Especial para determinar los pagos. Aun sin utilizar la figura del administrador especial, en Brasil se han incorporado muchas de las características importantes aprendidas de las experiencias en los Estados Unidos.
La experiencia demuestra que un sistema debe disponer de las siguientes características para ser confiable y efectivo: (i) justicia procesal; (ii) basarse en criterios objetivos; (iii) buscar igualdad de trato; (iv) transparencia; (v) eficiencia; (vi) uso de facilitadores neutrales; y (vii) legitimidad proporcionada por la participación del gobierno y la comunidad.
Un proceso que cumpla los estándares de justicia requiere que las partes puedan ser escuchadas en espacios en los que se sientan seguros. Una manera de garantizarlo es mediante el uso de facilitadores neutrales. Los facilitadores aseguran que las partes sean escuchadas, que tengan la oportunidad de expresar sus emociones, que comprendan claramente el funcionamiento y los requisitos del programa, que la comunicación entre las partes sea efectiva y que cualquier controversia que surja se resuelva de manera colaborativa. El sistema no es adversarial, sino que se basa en la recopilación de información para identificar el monto de la pérdida. Una vez identificada la naturaleza de la pérdida, el cálculo de la indemnización implica la evaluación de las pruebas presentadas. El factor clave en la figura del facilitador es su posición de imparcialidad ya que no responde ni a los intereses del pagador ni del receptor de las compensaciones. Esta imparcialidad, junto a la empatía, permite al receptor analizar las explicaciones del pagador con mayor objetividad y confianza. Esta es la parte de la humanización del proceso.
En segundo lugar, la justicia procesal exige que cada propuesta de indemnización se base en criterios objetivos aplicados de manera consistente. La igualdad de trato es un elemento clave de un sistema confiable. Las personas en situaciones similares deben ser tratadas de manera similar. La igualdad de trato no esta siempre garantizada cuando hay múltiples pagadores, y en los desastres naturales, siempre, en mayor o menor medida, hay múltiples pagadores.
Es importante que un sistema de indemnización busque la eficiencia. Es fundamental que tales programas puedan manejar miles de casos de manera justa y precisa en el menor tiempo posible, sin comprometer las demás características esenciales.
La legitimidad del sistema también es indispensable. La participación de múltiples actores, como las comunidades locales, el gobierno y las instituciones públicas, es la forma principal de lograr legitimidad en el diseño e implementación del sistema.
Ninguna nación está exenta de enfrentar la tarea de lidiar eficazmente con sus propias tragedias. Los métodos estándar tienden a ser insuficientes en circunstancias extraordinarias. España, por ejemplo, enfrenta ahora las inundaciones en Valencia, que han generado unas 116.000 reclamaciones por un valor estimado de 3.500 millones de euros. Cada tragedia o desastre brinda la oportunidad de aprender de las mejores prácticas internacionales, incorporarlas al propio contexto desarrollando sistemas cada vez mas evolucionados, diseñando estrategias más humanas y efectivas para brindar alivio a las víctimas en un periodo muy difícil de sus vidas.