Opinión

El golpe de efecto del Sabadell

  • El retorno del Sabadell refleja que el 'proces' ya no es un problema, lo que es positivo para la economía nacional

elEconomista.es

La decisión de Banco Sabadell de retornar su sede social a Cataluña se lleva gestando desde hace tiempo. No en vano, la entidad hizo un sondeo previo con todo el arco político e, incluso, entre los clientes para lograr los apoyos necesarios y ratificar que el cambio no penalizaría el negocio.

Tras ello, el comité ejecutivo del banco dio el espaldarazo a la decisión a comienzos de enero, avalada por el presidente Josep Oliu. El traslado supone un portazo a cualquier resquicio que pudiese quedar de reconducir la opa con BBVA. Tanto es así que la entidad cierra la puerta incluso a aceptar una mejora del precio de la oferta, tras devolver su sede a Sabadell.

Un movimiento que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, celebró desde Davos, al destacar la importancia de cohesión territorial y que apunta que esta podría ser una de las trabas que el Consejo de Ministros ponga a la operación. Las empresas justificaron su marcha de Cataluña por el procés, que había llegado al extremo de declarar unilateralmente la independencia de Cataluña. Pero el secesionismo ha perdido fuerza, hasta el punto de que al mando de la Generalitat está el primer Gobierno no independentista en más de 40 años bajo la presidencia de Salvador Illa.

La vuelta del Sabadell supone un impulso al movimiento empresarial que busca devolver la normalidad empresarial a Cataluña, para reemprender la senda del crecimiento abandonadas tras el proçes. Se dan así las condiciones para que otras grandes compañías, incluso CaixaBank, sigan sus pasos y retornen a la autonomía en el momento oportuno. El Sabadell ha dado un golpe de efecto, porque por un lado dificulta extraordinariamente la opa presentada por BBVA y, por otro, encabeza un movimiento empresarial con el respaldo político del Ejecutivo en pleno.