Opinión

La desinformación, un problema para la economía y la democracia

  • España tiene la mejor actuación entre los países desarrollados durante el 2024

Pedro Casares Hontañón

Una de las principales amenazas sobre la democracia es la desinformación. Asistimos a campañas interesadas promovidas por sectores con intereses concretos que buscan generar miedo y desconfianza hacia las instituciones porque ese es el caldo de cultivo para el crecimiento de posiciones políticas radicales que, a su vez, cuestionan los valores mismos sobre los que se asienta la convivencia y la paz social en una democracia.

Lo comprobamos estos días en Valencia, donde muchos ciudadanos y empresas no han solicitado las ayudas directas para hacer frente a las devastadoras consecuencias de la DANA por la creencia de que deben ser devueltas con posterioridad, pero esto no es cierto. Solo 3.000 personas afectadas por la catástrofe meteorológica han solicitado el anticipo de las ayudas por pérdidas de vivienda o enseres como consecuencia de la campaña de desinformación promovida contra las ayudas del Gobierno de España, cuando son tan necesarias para la reconstrucción y la recuperación de la normalidad en los municipios afectados.

Esa misma desinformación actúa también sobre la economía, confundiendo los datos con los bulos porque crea delgada línea entre la verdad y la falsedad sobre el contexto económico y, en consecuencia, pone en riesgo las inversiones, el crecimiento y desarrollo de empresas o el consumo ante la temeridad de que se produzca un colapso.

De hecho, así lo reflejaba hace unos meses el Foro de Davos, alertando de que entre los principales riesgos económicos se sitúa la desinformación sobre la economía, ya que tendrá enormes efectos negativos a corto y medio plazo, en concreto, en los próximos dos años, al alimentar la erosión de la confianza de la ciudadanía y de la estabilidad de los países.

Hace unos días, el semanario conservador más reconocido y respetado del mundo, The Economist, situaba a España como el país con un mejor comportamiento económico en 2024 entre las treinta y siete economías más desarrolladas de los cinco continentes.

Su afirmación no se basaba en cuestiones o análisis subjetivos de la realidad económica española, sino sobre datos estadísticos, medibles y cuantificables, en comparación con las otras treinta y siete economías que forman parte de la OCDE. Así, The Economist llegaba a la conclusión de que la economía española ha tenido el mejor comportamiento en 2024 sobre la base de cuatro parámetros. Es decir, sobre el crecimiento del PIB, la situación del déficit público y el desempeño en el mercado de valores, la inflación y el coste de productos básicos y la tasa de desempleo.

A las formaciones políticas de derechas en nuestro país les ha molestado ese informe publicado por el semanario conservador, sin embargo, se trata del diario al que durante años han acudido como fuente de referencia sólida y fiable. Les ha incomodado porque los datos que publica de la economía española son positivos y marcan una tendencia que va en contra de sus augurios y anuncios apocalípticos.

Pero los datos no engañan y son los que son y hacen a España encabezar este ranking seguida de Irlanda, Dinamarca, Grecia e Italia. El crecimiento del PIB entre el cuarto trimestre de 2023 y el tercer trimestre de 2024 es del 3,5% en España. La inflación se ha controlado y se encuentra en el 2,4% y la tasa de desempleo ha descendido un 0,7% entre el cuarto trimestre de 2023 y el tercer trimestre de 2024. Además, en cuanto al rendimiento bursátil, las bolsas han subido en términos generales un 20%, situando a la bolsa española la décima con mejor comportamiento con un 17,1% de aumento del mercado de valores.

El mercado de trabajo es uno de los factores más importantes para medir ese impulso de la economía española. No solo reducimos la tasa de desempleo -que en noviembre se situó en su nivel más bajo desde noviembre de 2007-, sino que hoy esa reducción de desempleo va acompañada de la mayor creación de puestos de trabajo de la serie histórica y ha cerrado el año con casi 22 millones de afiliados a la Seguridad Social, con el mayor número alcanzado de mujeres con trabajo de la historia y que asciende a los 10 millones, y creando empleo de mayor calidad y estabilidad.

Así, con solo dos datos se confirma ese cambio de tendencia del mercado de trabajo y, por tanto, también de la evolución del tejido productivo y de la base sobre la que España está creando más empleo: el primero, el hecho de que cuatro de cada diez empleos que se firman en nuestro país son contratos indefinidos y estables frente a uno de cada diez que se firmaban en 2018, hace seis años; y el segundo es que seis de cada diez nuevos empleos se crean en sectores de alto valor añadido como la innovación, la ciencia, las telecomunicaciones, la informática o las nuevas tecnologías.

Los datos son los que son y debemos reducir la influencia de los bulos y la desinformación sobre la sociedad. Para todo ello es fundamental que las administraciones públicas se impliquen y trabajen de forma coordinada con los medios de comunicación, las universidades, las empresas tecnológicas, las instituciones de referencia y los centros estadísticos. Todos juntos hemos de combatir la desinformación que erosiona la confianza, reduce la credibilidad de los datos y perjudica no solo a la actividad económica y productiva de un país, sino a la esencia misma de la democracia, menoscabando su estabilidad.