Graves desequilibrios en Cataluña
- El pacto PSC-ERC no cuenta con propuesta alguna sobre el gasto público más allá del improbable concierto fiscal
elEconomista.es
Salvador Illa accede a la Presidencia de la Generalitat de Cataluña en un momento en el que tendrá que afrontar ímprobos retos económicos. Es cierto que este territorio vuelve a crecer a tasas superiores al 2,5%, al beneficiarse del impulso posterior a la pandemia que tiene también efectos en el resto de España.
Ahora bien, esta autonomía se encuentra con problemas estrechamente ligados con la muy negativa actuación que caracterizó a diez años de Gobiernos nacionalistas, más preocupados por la independencia que por el desarrollo de una gestión eficiente. El resultado es un déficit de inversiones en ámbitos que afectan de manera directa al día a día de los ciudadanos como las infraestructuras hídircas o los servicios públicos sanitarios.
La inacción en estas áreas no ha impedido, sin embargo, que la deuda y el déficit públicos marquen récord. Es el resultado de un incremento de gasto presupuestario por parte de la Generalitat que, solo durante la legislatura de Pere Aragonès (2022 a 2024) ha crecido a una tasa del 5%, lo que quintuplica el avance del desembolso del Gobierno en el conjunto del Estado en idéntico periodo. Resulta imposible ser optimistas sobre la respuesta de Illa a este exceso.
Ni una medida de contención del gasto contiene su acuerdo de investidura con Esquerra, más allá de fiarlo todo al aumento drástico de ingresos que supondría una solución tan radical como poner en marcha el concierto fiscal catalán. Está por verse si el PSC y ERC conseguirán subvertir por completo el diseño de la financiación de las autonomías de régimen común, y obligando a todos los españoles a pagar con ello más impuestos. Mientras tanto, los desequilibrios presupuestarios y económicos catalanes amenazan con agravarse.