Opinión

El problema de la deuda en EEUU

  • La deuda pública del país representa el 100% del PIB, una cifra muy elevada para esta economía

Barry Eichengreen

Uno de los ejercicios más divertidos del calendario económico es la revisión anual del Fondo Monetario Internacional sobre Estados Unidos. Aunque todo el mundo sabe que el gobierno estadounidense no presta absolutamente ninguna atención a lo que el FMI tiene que decir sobre sus asuntos, la última revisión del Artículo IV de la economía estadounidense es sorprendente por un hallazgo inesperado. Los lectores se sorprenderán al saber que, en opinión del FMI, la deuda pública estadounidense se encuentra en una senda sostenible.

Esta conclusión refleja las hipótesis de consenso sobre la evolución de la inflación, el crecimiento del PIB, los tipos de interés y los déficits presupuestarios. Por supuesto, es arriesgado intentar predecir estas variables para un periodo de diez años, y mucho menos para 30 años, el horizonte sobre el que la Oficina Presupuestaria del Congreso de EE.UU. realiza un ejercicio análogo. Los supuestos adoptados por ambas instituciones difieren en sus particularidades, siendo la CBO ligeramente más optimista sobre las perspectivas de crecimiento de Estados Unidos, por ejemplo. Pero aunque ambas instituciones prevén un aumento de la deuda en los próximos diez años, ninguna de las dos la ve fuera de control.

Para entender por qué, es importante empezar por el punto de partida adecuado. No se trata de la deuda total del gobierno federal, sino de la deuda en manos del público. Una parte no desdeñable de la deuda federal total de EE.UU. está en manos del propio gobierno, sobre todo en el Fondo Fiduciario de la Seguridad Social. Los pagos de intereses del Tesoro sobre esta parte representan ingresos por intereses para el Fondo Fiduciario. En esta parte de su deuda, el gobierno simplemente se está pagando intereses a sí mismo.

La deuda pública representa actualmente el 100% del PIB, un nivel elevado para las economías avanzadas, pero en ningún caso catastrófico. La CBO prevé que, si no se modifica la legislación vigente, esta cifra aumente hasta el 116% del PIB en 2034, el 139% en 2044 y el 166% en 2054.

Estos niveles parecen alarmantes, pero Japón ha demostrado ser una economía avanzada que se endeuda en su propia moneda, pudiendo gestionar deudas de esta magnitud. Los factores que limitan el riesgo de una crisis de la deuda, como señala el FMI, incluyen la profundidad de los mercados financieros estadounidenses, la amplitud del grupo de inversores, el papel del dólar en el sistema internacional, la capacidad de la Reserva Federal para respaldar el mercado de bonos del Tesoro y la fortaleza de las instituciones estadounidenses.

¿Qué podría salir mal? Bueno, las instituciones estadounidenses podrían resultar no ser tan fuertes. Donald Trump tiene un historial personal de impago de sus deudas. Como ha observado William Silber, Trump en un segundo mandato presidencial podría dar instrucciones a su secretario del Tesoro para que suspendiera los pagos de la deuda, y ni el Congreso ni los tribunales estarían dispuestos a hacer nada al respecto. La táctica sería atractiva para Trump en la medida en que un tercio de la deuda pública estadounidense está en manos de extranjeros.

El daño a la condición de activo seguro del dólar sería grave, incluso si el Congreso, los tribunales o un presidente posterior revirtieran la suspensión de Trump de los pagos de la deuda. Los inversores en bonos del Tesoro estadounidense exigirían una fuerte prima de riesgo, lo que podría disparar los pagos de intereses del Gobierno.

Incluso en ausencia de este grave escenario, hacer frente a las obligaciones de intereses adicionales a medida que aumenta el ratio de deuda podría exigir al gobierno federal recortar el gasto discrecional, con implicaciones negativas para el crecimiento económico. Las subvenciones ofrecidas por la Ley CHIPS y la Ley de Ciencia están diseñadas para estimular el crecimiento fomentando la inversión en capacidad y conocimientos de alta tecnología. Del mismo modo, la desgravación fiscal de la Ley de Reducción de la Inflación para la inversión en energías limpias pretende evitar fenómenos climáticos perturbadores que podrían obstaculizar la tasa de crecimiento económico y deprimir el nivel del PIB.

Un mayor gasto en el pago de intereses significará más deuda, poniendo a prueba la sostenibilidad, o menos inversión en estas otras prioridades, poniendo en peligro el crecimiento. La CBO prevé que el gasto discrecional del Gobierno federal como porcentaje del PIB se reduzca en torno a una quinta parte respecto a los niveles actuales para 2034, sin que de esta contracción se deduzca, no obstante, un gran impacto adverso sobre la tasa global de crecimiento económico.

Pero si los recortes recaen sobre la inversión pública en semiconductores, computación cuántica, energías limpias y educación, como parece probable, los efectos negativos sobre el crecimiento podrían ser sustanciales. Y una desaceleración brusca del crecimiento pondría en entredicho la sostenibilidad de la deuda.

El FMI ofrece un amplio menú de posibles medidas para cerrar el déficit presupuestario y estabilizar la deuda. Resulta revelador que la mayoría de las opciones con impacto cuantitativo afectan a los ingresos del presupuesto, lo que refleja la realidad de que los ingresos fiscales como porcentaje del PIB son bajos para los estándares de las economías avanzadas. Entre ellas se incluyen la eliminación de las deducciones fiscales por impuestos estatales y locales, intereses hipotecarios, venta de la residencia principal y asistencia sanitaria a cargo del empleador, así como el aumento de los tipos del impuesto de sociedades y la adición de un impuesto sobre el valor añadido y/o un impuesto sobre el carbono.