El presidente del BBVA deja su carrera en manos del Gobierno
Amador G. Ayora
Madrid,
Somos un país latino, donde los impulsos personales se sobreponen a los racionales. Sánchez se tomó cinco días de vacaciones para reflexionar sobre su futuro, en un hecho inédito que nadie entiende ni fuera ni dentro de nuestras fronteras.
Sus vacaciones voluntarias no han servido para mucho. La mayoría de la población lo considera una decisión errónea. En Cataluña, donde se juega su futuro, el aspirante del PSC a la Generalitat, Salvador Illa, sigue sin despegar en los sondeos electorales. Si quería reforzar a su candidato con asuntos ajenos a la preocupación de los catalanes, no lo ha conseguido.
El presidente del BBVA, Carlos Torres, presentó el jueves una opa hostil sobre Banco Sabadell sin consultar antes a su presidente, Josep Oliu; sin hablar con el gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos, y en contra de la opinión del ministro de Economía, Carlos Cuerpo. Se diría que es un presidente autista. Es la primera vez que se plantea una fusión bancaria sin que medien palabras entre los interlocutores o se celebre alguna negociación.
Torres asegura que Oliu estaba informado desde mediados de abril. Pero es un invento. Hubo una reunión en la que le informó que estaba interesado en comprar el Sabadell, en la que Oliu respondió que le presentara una oferta. ¡Obras son amores y no buenas razones! Los dos presidentes intentaron concertar una cita, pero no se pusieron de acuerdo por problemas de agenda.
La cumbre presidencial estaba fijada para el 30 de abril, pero una filtración a la cadena británica Sky News obligó a ambas entidades a retratarse ante la CNMV. El presidente de BBVA, en vez de mandar un comunicado reconociendo la existencia de contactos muy preliminares, como hubiera sido lo lógico, mandó a Oliu por mail su oferta, consistente en un canje de acciones, sin siquiera levantar el teléfono para pulsar su opinión o intentar convencerlo.
Ante las reticencias del banco catalán para aceptar una oferta en papelitos, le envió otro mail la víspera del consejo celebrado el lunes, 6 de mayo, en el que le advertía que no tenía margen de mejora, porque el banco había perdido 6.000 millones de capitalización en bolsa durante la semana previa.
Torres se saltó los protocolos: no informó a Oliu ni al gobernador y desoyó a Economía
El ultimátum en forma de misiva puso los pelos de punta a Oliu, que se empleó a fondo para lograr el rechazo del consejo a la propuesta y, lo que era más importante, su oposición en redondo a negociar cualquier oferta que no fuera por el 100% en dinero líquido, más la prima del 30% sobre la cotización del banco del 29 de abril, la víspera de la oferta.
El BBVA no puede disponer de los 12.000 millones que vale el Sabadell sin un grave deterioro de sus márgenes. Si Torres quería convencer al presidente del Sabadell, su manera de actuar es inaudita, al igual que la pausa de Sánchez. Sobre todo, teniendo en cuenta que la oferta lleva implícita la jubilación de Oliu, que quedaba como vicepresidente no ejecutivo con un puesto en el consejo.
"Ni me gusta el precio ni el organigrama de la nueva entidad", señaló Oliu desde el primer momento a su círculo cercano. La negativa enfureció a Torres, con el prestigio por los suelos, que vio su credibilidad puesta en cuestión por algunos de los grandes fondos inversores del banco, como BlackRock.
Ni corto ni perezoso, reunió al consejo otra vez el miércoles para dar el paso definitivo: la oferta hostil. El problema es que se encontró con un obstáculo inesperado: la oposición del Gobierno.
El ministro de Economía le expresó claramente su rechazo, cuando le llamó para informarle, y le advirtió de que podría vetarla. Desde 2006, hace 18 años que en Europa no se presenta una oferta hostil en la banca, porque no son bien vistas por los supervisores.
Torres, con el visto bueno de su consejo en la mano, siguió adelante, como si nada hubiera pasado. El ministro de Economía reaccionó casi de inmediato como le había advertido la noche anterior. Se pronunció en contra "tanto en la forma como en el fondo". Cuerpo añadió que "tendría efectos lesivos para el sistema financiero español". La reacción del ministro no es espontánea, está basada en los datos sobre Competencia que maneja por la excesiva concentración que generaría en los tres grandes bancos.
Según los datos de Economía, que hoy publica elEconomista.es, los tres grandes del sector tendrían el 74% de la cuota de crédito y el 69% de los activos. Cuerpo también aludió a "los efectos lesivos" para el empleo. El 40% de las oficinas de Sabadell y BBVA están a menos de 200 metros. Sobre todo, en Cataluña. El banco reserva 1.450 millones para la reestructuración de la plantilla, lo que da idea de su magnitud.
No obstante, deberían ser las autoridades de la Competencia y el BCE quienes dieran el veredicto final y no el Gobierno, cuya decisión es discrecional y basada en elementos políticos.
La gran metedura de pata de Torres es el momento elegido, en medio de la campaña electoral catalana. Los dirigentes de los partidos políticos catalanes se manifestaron unánimemente en contra. La primera en reaccionar fue la patronal catalana, Foment del Treball, para la que "los grandes perjudicados serán las pymes catalanas" porque "muchas quedarán huérfanas de financiación".
La fusión es un bofetón para el candidato socialista a la Generalitat, Salvador Illa, sobre todo después de que otro ministro, Félix Bolaños, abriera las puertas a la fusión cuando se conoció la noticia hace unos días.
El gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos, también señaló hace unos días que "es necesario ver cuál es el nivel óptimo de las concentraciones bancarias en España". Su número ha pasado de más de medio centenar a apenas una decena. Preocupa, sobre todo, que los grandes bancos serían solo tres, lo que crearía una clara asimetría en el sector. Hace años que el Banco de España promueve las fusiones transfronterizas, pero no las nacionales.
La fusión necesita el visto bueno también del BCE, que antes de su veredicto consulta al Banco de España. En esta ocasión, Torres tampoco estuvo fino al dar casi por hecho su visto bueno. El vicepresidente del BCE, Luis de Guindos, aclaró luego que la fusión aún debe ser analizada. El BCE suele ser favorable al incremento de tamaño, pero es contrario a las acciones hostiles entre bancos nacionales.
El peor error es el mal momento elegido para la Opa, con las elecciones en Cataluña
Para colmo de males, en la rueda de prensa convocada tras la opa, Torres reveló que algunos inversores del Sabadell estaban de su lado. Una mención, sin concretar el nombre, que provocó la inmediata denuncia ante la CNMV por la presunta violación de la Ley de Opas. El presidente del banco azul apuntaba al mexicano David Martínez, dueño del 3,4% del capital del Sabadell, que se abstuvo en el consejo convocado para rechazar la propuesta. El mexicano estuvo reunido con el consejero delegado del BBVA, Onur Genç, según fuentes bien informadas.
De todas maneras, el BBVA necesita más el 50,01% del capital para sacar adelante su proyecto, lo que le deja en manos de los pequeños accionistas. El 48% del capital de la entidad catalana está en manos de 200.379 minoritarios que, en su mayoría residen en Cataluña y la Comunidad Valenciana y que, además, son clientes o antiguos trabajadores, informó elEconomista.es.
Torres se enfrenta también a sus propios accionistas, que deberán aprobar una ampliación de capital que los diluye y que ya ha generado 7.000 millones por la caída del valor en bolsa hasta este viernes, aunque les ha prometido que la fusión generará ahorros por unos 850 millones de euros.
El presidente del BBVA procede de McKinsey, donde era un consultor especializado en fusiones y adquisiciones que sobre el papel son rentables, sin considerar el entorno político y social. Todo apunta que, en esta ocasión, no van a ser los números, si no la política y su falta de tacto, lo que marcarán la decisión final. Si el Gobierno vetara la fusión después de que la aprueben los accionistas, la situación sería crítica. Y si no sale, está abocado a dimitir. Su futuro está al albur del Gobierno y de la Competencia.
PD.-El nombramiento de Carlos Ocaña como consejero de Telefónica por parte de la SEPI ha devuelto la paz interna a la teleco, pese a las críticas por ser coautor de la tesis de Sánchez. Entre todos los candidatos de peso existentes, el elegido es un hombre del entorno de Zapatero que no hace sombra a José María Álvarez-Pallete.