La España ingobernable
José María Triper
Decíamos ayer que el veredicto, el de las urnas del 23-J abre un período de inestabilidad e incertidumbre en el que se normaliza que el gobierno de España puede estar en manos de quienes quieren destruirla y cuando lo que más necesita este país es estabilidad y un gobierno sólido y sin fisuras para restablecer la convivencia social ante el frentismo, regenerar las instituciones democráticas y cuando Bruselas ya ha avisado de que se acabó la fiesta de déficit y deuda y exige cumplir con las reglas fiscales y los compromisos para seguir recibiendo los fondos que nos faltan.
La tormenta perfecta que amenaza con hacer naufragar una economía en caída libre, cuando todos los analistas y servicios de estudios anuncian que entramos en un segundo semestre muy difícil debido al frenazo de la economía mundial, las subidas de los tipos de interés y el escenario de una España ingobernable, con la imposibilidad de realizar unos nuevos Presupuestos del Estado acordes a una nueva realidad que exige ajustes y recortes –casi 10.000 millones de euros en 2024 si el gasto crece más del 2,6%- a los que, evidentemente, no parece que estarían dispuestos a apuntarse los socios populistas, comunistas, filoterroristas e independentistas de Sánchez en una posible reedición del gobierno Frankestein.
Regresión económica que apuntan ya indicadores como el PMI del sector servicios, que ha caído 3,3 puntos en junio, su peor resultado desde enero, en línea con la caída previa a mínimos del año de la actividad de la industria manufacturera, y que está afectando ya a las empresas que, con Sánchez, han alcanzado el mayor número de quiebras desde 2008.
Una economía en la que la deuda pública ha aumentado en 37.500 millones de euros durante el sanchismo hasta alcanzar el máximo histórico del 113% del PIB. Donde la productividad está un 12% por debajo de la medida de la UE y en la que de los 37.000 millones recibidos de los fondos europeos solo 6.000 han llegado a la economía real.
Y una economía en la que si miramos al mercado laboral vemos cómo Eurostat denuncia que hay un millón de parados ocultos, que ha registrado una caída del 15,61% en la contratación en junio que hace que el acumulado en los seis primeros meses de 2023 constate 1,90 millones de contratos menos que en igual periodo del año pasado, al tiempo que la fuerte subida del empleo y la caída del paro que muestran los datos de la EPA del segundo trimestre apuntan a ser un espejismo derivado del factor estacional, teniendo en cuenta que, en términos anuales, la creación de empleo y el descenso del paro no solo se ha ralentizado respecto al ritmo del primer trimestre, sino que se concentran en el sector servicios por el tirón del turismo mientras se destruyen puestos de trabajo en la industria y en agricultura.
Y con este escenario, si España fuera un país normal, con políticos serios y con sentido de Estado, los dos partidos mayoritarios estarían negociando ya una gran coalición al estilo de Alemania, que, a tenor del resultado electoral, es lo que exige una gran mayoría de la sociedad, para evitar una repetición de los comicios o un gobierno multipartidista, débil, dividido, sometido al chantaje permanente de sus socios, con unas elecciones autonómicas en el País Vasco y Cataluña en el horizonte, además de con el Senado y la mayoría del poder autonómico en manos de la oposición, y con el que Sánchez tendrá casi imposible no solo agotar, sino llegar a la mitad de la legislatura, si es que llega a conseguir los votos de la investidura.
Pacto de Estado para el que Feijóo ha tendido ya la mano pero con el Sánchez del "no es no", que prefiere pactar con golpistas condenados, fugados de la justicia y con los herederos de quienes asesinaron a más de 850 españoles, incluidos muchos de sus compañeros de partido, hoy por hoy eso es imposible.
Rememorando a Cervantes y a su inmortal Don Quijote de la Mancha, a la vista de lo que tenemos y, sobre todo, de lo que parece nos espera habría que decir que con la intolerancia y el fanatismo hemos topado y cosas veremos que harán hablar a las piedras.