Opinión

¿Por qué la Fed es difícil de predecir?

    Capitolio de EEUU. Bloomberg

    Mohamed A. El-Erian
    Madrid,

    Uno podría pensar que predecir las próximas medidas de la Reserva Federal de Estados Unidos en materia de políticas se volvería más fácil ahora que ya ha aumentado las tasas de interés diez veces consecutivas, por un total de cinco puntos porcentuales. A no apurarse: sospecho que son pocos, si es que hay alguien, los que saben con certeza qué hará la Fed en su reunión del 13-14 de junio -ni siquiera la propia Fed.

    En los dos últimos años, las autoridades del banco central más poderoso e influyente del mundo han señalado un rango de posibles acciones, desde volver a subir las tasas hasta "hacer una pausa" o "dejar pasar" esta ronda y reanudar el proceso de ajuste en julio. Un funcionario de la Fed inclusive ha sugerido que habría sido mejor para la institución no subir las tasas en su ultima reunión, en mayo.

    No sabemos dónde aterrizará la Fed por dos razones principales. Es un banco central que depende excesivamente de los datos en una economía inusualmente fluida, y que carece de una base estratégica sólida.

    Para esta Fed, mucho dependerá de los datos de empleo e inflación que se den a conocer en los días previos a que se reúna el Comité Federal de Mercado Abierto (FOMC por su sigla en inglés) que fija las políticas. Tal como están las cosas ahora (a fines de mayo), los datos probablemente lo lleven a aumentar las tasas nuevamente. Eso no es lo que yo haría, dado que estoy más a favor de un abordaje más secular y estratégico frente a la política monetaria.

    Resulta tentador atribuir el amplio rango de opiniones entre las autoridades de la Fed a la fluidez de las condiciones económicas y financieras. Después de todo, la saga del techo de deuda y las sacudidas del sistema bancario de Estados Unidos han complicado aún más una perspectiva ya incierta en materia de crecimiento e inflación a nivel mundial.

    Pero esa explicación es demasiado estrecha y es poco probable que supere el paso del tiempo. La verdadera razón por la que existe tanta confusión en cuanto a las políticas es que la Fed depende de un marco de políticas inapropiado y una meta de inflación pasada de moda. Estos dos problemas se han combinado como consecuencia de una serie de errores (de análisis, pronóstico, comunicación, medidas políticas, regulación y supervisión) en los dos últimos años.

    Hoy existe un consenso muy amplio de que la Fed se cavó su propia fosa cuando manejó mal las respuestas iniciales críticas al retorno de la inflación. Los responsables de las políticas se han esforzado por salir de esta situación desde entonces. No solo la Fed hizo un pronóstico equivocado de la inflación calificándola de "transitoria" durante gran parte de 2021, a pesar de la creciente evidencia que indicaba lo contrario y de las advertencias de economistas prominentes. Luego respondió con demasiada timidez cuando el presidente de la Fed, Jerome Powell, reconoció, a fines de noviembre de 2021, que "probablemente sea un buen momento para dejar de usar la palabra 'transitoria' e intentar explicar más claramente a qué nos referimos".

    Estos dos errores implicaron que la Fed tuviera que recuperar terreno aceleradamente, cosa que hizo implementando el conjunto más concentrado de alzas de tasas en décadas. Un ajuste tan voluminoso y repentino genera mayores riesgos tanto para el crecimiento como para la estabilidad financiera. Sin embargo, el proceso de recuperar terreno se produjo demasiado tarde como para impedir que las presiones inflacionarias migraran del sector de los bienes a los servicios y los salarios. Ese desenlace crucial ha hecho que la inflación básica (que excluye los precios volátiles de los alimentos y de la energía) sea más resistente y menos sensible a las alzas de tasas, aumentando aún más el riesgo de agravar los errores en el terreno de las políticas.

    Esta secuencia también explica por qué las autoridades de la Fed parecen estar desorientadas en lo que concierne a las próximas medidas políticas. Al haberse perdido una enorme oportunidad para implementar la mejor respuesta posible, ahora se encuentra en un atolladero para encontrar la segunda mejor opción. Si se vuelven a subir las tasas en junio, se aumenta el riesgo de que la economía caiga en recesión y de que se vuelva a encender la inestabilidad financiera. Si no se aplican alzas de las tasas, se corre el riesgo de perder aún más credibilidad (un problema agravado por la excesiva dependencia de la Fed de datos retrospectivos para medidas políticas que actúan con un desfase).

    Sospecho que si la próxima ronda de datos del mercado laboral y de los precios del consumidor sigue sorprendiendo por su solidez, la Fed anunciará otra alza de tasas en junio. Pero, más allá de lo que decida, su principal prioridad ahora debería ser usar los próximos meses para abordar las debilidades estructurales que, por empezar, condujeron a este embrollo. Eso no solo significa revisar su marco de política monetaria y evaluar internamente la conveniencia de su meta de inflación, sino también abordar su insularidad institucional, su falta de diversidad cognitiva y su rendición de cuentas inapropiada.