Opinión

La economía en el cristal


    José María Triper

    Nada es verdad ni mentira, todo es según el color del cristal con que se mira. Esta frase del poema "Las dos linternas" de Ramón de Campoamor, sirve hoy para definir la revisión de las previsiones de crecimiento económico de la Comisión Europea para la UE y para España. Claro que, reconociendo la sustantividad del aforismo del poeta también es verdad que hay cristales más limpios y diáfanos que otros y miradas subjetivas, cuando no interesadas o superficiales.

    Digo esto porque dejando a un lado la consabida fiabilidad que la Comisión Europea da a los informes y previsiones económicas de los estados miembros, sin entrar en profundidades, parece obvio que el cristal con el que la ministra Calviño, Pedro Sánchez y el resto del Gobierno miran la economía española es lo más parecido a ese espejo cóncavo que transforma la realidad en esperpento. Sólo así se explica la euforia y el optimismo que trasmiten cuando el informe de las autoridades europeas no sólo no ha convalidado las previsiones de crecimiento del Ejecutivo sino que las ha rebajado en 7 décimas, del 2,1% a sólo el 1,4% en 2023. Como tampoco es cierto que seamos el país que más va a crecer en este año, porque nos supera Irlanda, con la salvedad de que, a diferencia del resto de los estados miembros que todos han superado sus niveles de PIB previos a la pandemia del COVID, nuestro crecimiento es ficticio en cierto modo porque todavía seguimos un 1,94% por debajo de los niveles prepandemia.

    Ocurre también que hasta ese 1,4% que nos da la UE parece bastante deformado al alza si miramos la tendencia de los dos últimos trimestres de 2022 con alzas de sólo un 0,2% en ambos casos, lo que es un estancamiento práctico, mientras que tanto la Encuesta de Población Activa (EPA) del cuarto trimestre y el informe de afiliación a la Seguridad Social de enero reflejan un mercado laboral que sigue perdiendo fuerza.

    Eso sin contar que mantenemos una deuda en torno al 120% del PIB en un contexto de subida de los tipos de interés, que seguimos siendo el país con mayor tasa de paro de la UE duplicando la media de los Veintisiete, que nuestro déficit comercial se ha duplicado en el último ejercicio y cuando el déficit comercial aumenta la riqueza disminuye, que los ingresos reales de las familias han caído un 7,85% desde 2019, el mayor descenso de la OCDE, que entre 2020 y 2023 los españoles han perdido un 20% de poder adquisitivo y que la inflación ha subido al 5,9%, con datos de enero, con la subyacente (sin energía y alimentos no elaborados) en el 7,5% la mayor desde 1986.

    Dato este que nos permite recordar que una economía creciendo al 1,4% -admitiendo el dato de la UE como animal de compañía- con una inflación por encima del 5% está, sino académicamente, si realmente en recesión. Además de que la agencia de calificación financiera EthiFinance Ratings en su actualización de previsiones del pasado mes de enero advierte de la elevada tasa de inflación subyacente, que no bajará este año del 5,5% en media anual, y será la tónica que marcará todo el ejercicio económico.

    Apunta también EthiFinance Ratings a un notable decrecimiento de la producción en el conjunto de la UE, principalmente en el sector de bienes de equipo, que en el caso de España disminuirá su peso 3,4 puntos, desde el 6,2% del pasado año al 2,8% de este 2023, al tiempo que los altos precios de los productos y servicios lastrarán el consumo de los hogares hasta el 1,3%, lo que significa una caída de 1,2 puntos respecto al pasado ejercicio de 2022. Pues eso, que como decía el añorado Alfredo Pérez Rubalcaba cuando los trágicos atentados del 11-M, también en economía "merecemos un gobierno que no nos mienta". Y que sepa gestionar con conocimiento, eficacia y al servicio de los intereses nacionales y no en el suyo, añado yo.