El rol de las empresas en la emergencia climática
Cristina Sánchez
La emergencia climática que estamos viviendo nos ubica a todos en un escenario donde tomar acciones decididas será determinante. Ya no hay tiempo para medias tintas ni compromisos en vano. Debemos impulsar acciones ambiciosas que contribuyan a los objetivos de reducción de emisiones y a la construcción de un sistema económico más sostenible y resiliente, con los consiguientes cambios, oportunidades y riesgos que esto puede suponer para las empresas.
Y es que, esta transformación, si bien es necesaria, puede poner en alerta máxima a algunos sectores, provocar la obligada reinvención de otros y también, visto desde otro prisma, impulsar nuevos modelos de negocio. Y por ello, en todo este proceso no podemos perder de vista a las personas, pues los empleados son el centro de las empresas. En definitiva, en esta revolución empresarial, al contrario de lo que ocurrió con la digitalización, debemos evitar que nadie se quede atrás. Es el corazón de lo que llamamos la transición justa.
Tal y como se desarrolla en profundidad en la guía creada por el Laboratorio de Ideas sobre la Transición Justa del Pacto Mundial de la ONU, esta transición es la que debe garantizar que el camino hacia la resiliencia climática se haga de manera ordenada, inclusiva y equitativa. Es, al fin y al cabo, un proceso de adaptación que no debe realizarse de forma independiente, sino desde todos los sectores y países, ya que estamos hablando de enfrentar juntos un problema que, de por sí, es global.
En concreto, estos los cambios a favor del clima consisten principalmente en plantear acciones simultáneas y coherentes para impulsar el desarrollo sostenible en sus tres vertientes - medioambiental, social y económica. Y es aquí donde las empresas tendrán un rol elemental porque su papel como fuentes generadoras de empleo, de soluciones innovadoras y de riqueza en todo el mundo se traduce en una relación con las comunidades donde desarrollan sus actividades, al igual que en aquellas donde mantienen relaciones con otras empresas y gobiernos.
En este sentido, como responsables del impacto social, medioambiental y económico, las empresas deben favorecer que el proceso de transición justa esté bien dotado de iniciativas y políticas que tengan en cuenta a la sociedad civil, a las comunidades locales, al sector financiero, a otras empresas y a los diferentes gobiernos. Además, tendrán también la capacidad de impulsar la creación de políticas públicas que promuevan el cambio.
Como iniciativa líder en sostenibilidad empresarial, desde Pacto Mundial acompañamos a las empresas en todo este camino aportándoles la información necesaria para implementar acciones encaminadas a mitigar el cambio climático y a la adaptación teniendo en cuenta los principios de la transición justa. En concreto, las invitamos a que sigan siete pasos que les permitan comprender y llevar a cabo este proceso. Estos son: la creación de un mapa de prioridades; el establecimiento de unas políticas y prácticas sólidas; la colaboración con las organizaciones de trabajadores y el mantenimiento de un diálogo social; la planificación de negocio a largo plazo; el pasar a la acción; la importancia de la asociación; y la medición y notificación de acciones.
Asimismo, durante este proceso las invitamos a realizar un diálogo social que implique a todos los grupos de interés, de modo que sirva como ejercicio de escucha y atención a sus necesidades. Para ello es necesario contar con una conducta empresarial responsable y el respeto por los derechos humanos, dentro de los cuales incluimos los derechos laborales. Es decir, la acción empresarial tiene su inicio en la conducta, la cual queda respaldada por los Diez Principios del Pacto Mundial de la ONU. Esto les permitirá construir relaciones más fuertes entre los diferentes actores y, por tanto, una mayor solidez en el desarrollo de sus actividades, evitando también diversos riesgos significativos vinculados a temas jurídicos y reputacionales. De la misma manera, la transición justa les permitirá beneficiarse en materia de riesgos y costes, aumentando la productividad y mitigado los riesgos operativos, tecnológicos o de mercado. Además, se sabe que las buenas relaciones laborales posibilitan mayor innovación y flexibilidad.
En definitiva, no hay que olvidar el papel que juegan las empresas en la sociedad y la importancia que cobran en la transición justa y la acción climática. Durante años se han encargado de brindar oportunidades de formación a los trabajadores, de desarrollar e implantar tecnologías y de proporcionar bienes y servicios a otras empresas, a los consumidores y al sector público. Por tanto, hoy su compromiso será indispensable para que la transformación hacia la resiliencia climática no deje a nadie atrás y ponga en el centro a las personas.